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sábado, 24 de diciembre de 2011

¡¡FELICES PASCUAS!!


A todos los seguidores, visitante y lectores de humilde blog recibid mi más sincera felicitación en estas entrañables fiestas en las que conmemoramos el nacimiento del Niño Dios. Disfrutad todo lo que podáis de estos días, de la compañía de vuestros seres queridos y tened siempre presentes a aquellos que se fueron y desearíamos que hoy estuviesen con nosotros.

Qué el Hijo nacido del vientre de la que está en San Gil os proteja siempre.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

D. PEDRO YBARRA, EJEMPLO DE SACERDOTE

El Rvdo. P. Eduardo Martíns Clemens y el Rvdo. P. D. Pedro Ybarra Hidalgo flanquean a Monseñor Asenjo, en la función celebrada el pasado 14 de septiembre. Tras ellos aparece el Rvdo. P. Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp

Cuando lo leí en la prensa no podía creerlo, pero que duda cabe que nadie en la vida es imprescindible y que nuestro paso por la vida terrenal es pasajera.

El pasado 14 de septiembre, festividad de la Santa Cruz, se procedía al relevo en la dirección pastoral de la Parroquia de Santa Cruz. El Rvdo. Eduardo Martín Clemens será el nuevo párroco en sustitución del Rvdo. Pedro Ybarra Hidalgo, mi querido D. Pedro.

En los tiempos actuales que corren, cuando cada vez vemos como son más frecuentes los casos de sacerdotes que no cumplen con la labor que libremente asumieron y escogieron, cuando son muchos los pastores que no "pastorean" a su grey, más preocupados de sus buenos sueldos como profesor de instituto de religión, latín o griego, o de amasar una ingente fortuna en patrimonio inmobiliario -¿verdad Alfonso?- que de cubrir las necesidades espirituales de su rebaño, reconforta haber conocido y tratado a un sacerdote de la valía humana de D. Pedro.

Llegaba D. Pedro a una parroquia de Santa Cruz con muchos lastres encima, mal acondicionada, en un estado de conservación poco óptimo, con una feligresía muy envejecida y con la dura tarea de hacer olvidar el "legado" de su antecesor en el cargo, el muy querido y recordado D. Juan Lemus, párroco durante más de 30 años de dicho templo. Y a base de tesón y entrega, fue consiguiendo ganarse las simpatías de sus convecinos, pese a su más que evidente despiste, que creo que lo acompañará hasta el final de sus días.

Es el sacerdocio de D. Pedro un ejercicio de responsabilidad con su vocación. Perteneciente a una de las familias más respetadas de la sociedad sevillana (no en vano un antepasado suyo fue uno de los artífices de la creación de la Feria de Sevilla) su vocación sacerdotal fue tardía. Más "tuerceletras" que buen estudiante, inició los mismos en el colegio jesuita de Villasís, pasando posteriormente al colegio de la calle Pajaritos, donde la Compañía de Jesús trasladó el mismo, tras serle arrebatado el anterior edificio por el gobierno de la II República. En este mismo colegio de la calle Pajaritos es donde su hermano Eduardo, junto con la familia Álvarez Ossorio, se encargaría de darle inicio a lo que hoy es la Hermandad del Sol.

Culminado el bachiller, cursó estudios de leyes en la Universidad de Sevilla, donde se licenció en Derecho. Empezó a trabajar como abogado pero un hecho fortuito cambiaría su vida para siempre, como fue el tener que ejecutar una orden de desahucio contra una familia que quedaba en la calle, más pobre que las ratas. Entendió entonces que él no había estudiado derecho para estos menesteres, decidiendo encauzar sus pasos en ayudar a los demás. Primero pensó en hacerse médico, pero reflexionando en que la medicina no curaba los dolores del alma, decidió ordenarse sacerdote.

Ese compromiso con el sacerdocio, al que hacíamos referencia, le llevará a renunciar a su patrimonio familiar en pos de los más necesitados, sin hacer por ello ningún tipo de alarde. Fue la perfecta plasmación de la realidad evangélica: "porque tuve sed y me diste de beber, porque tuve hambre y me distes de comer, porque estuve desnudo y me vestistes".

Tras su ordenación, fue asumiendo los diferentes destinos que la Diócesis le encargaba, ya párroco en Bellavista, dónde aún guardan gran recuerdo de su labor, ya director del Seminario Diocesano. En 1985 llegaba a la Parroquia de Santa Cruz como coadjutor de D. Juan Lemus, el cual ya por aquellos años andaba bastante mermado por los achaques de su enfermedad.

En sus primeros años de párroco se preocupó de dotar de vida a la parroquia, recuperando los grupos de catequésis de comunión, postcomunión y confirmación o creando una misa participativa para los niños, que cada domingo a las 11 de la mañana cantaba un animoso coro parroquial, adaptando sus predicaciones para que todos, sobre todos los más pequeños, entendieran el mensaje contenido en los Evangelios. Así, aún recuerdo su "adaptación" de la parábola de los panes y los peces, donde los panes fueron sustituidos por bocadillos de chorizo, pero que todos entendimos a la perfección, pese a ser unos críos.

Fue, por decirlo de algún modo, un "pedagogo espiritual", capaz de hacernos vivir nuestra Fe como algo natural. ¿Quién no recuerda aquel nacimiento que montaba sobre el presbiterio, donde todos los niños participábamos en su realización aportando un pequeña figura de una oveja? Cada oveja representaba nuestra alma y en función de nuestras buenas o malas acciones semanales avanzaba o retrocedía en su encuentro con el Niño Dios contenido en el pesebre. ¿Hay una alegoría más hermosa y cierta?

En esos años, mi hermano Pepo y yo solíamos desempeñar funciones de monaguillo en la parroquia, familiarizándonos con los usos de la liturgia y ayudándonos a vencer nuestros miedos, invitándonos a leer en la misa las lecturas, peticiones, ofrendas o moniciones.

Gran amante del arte, se preocupó de que la casa de Dios estuviese en perfecto estado de revista. Acondicionó las maltrechas dependencias parroquiales para dotarlas de vida, luchó con las instituciones para que las cubiertas del templo fuesen restauradas, enlució muros y paredes, además de restaurar el magnífico órgano parroquial (obra del reputado Maestro Calvete) y las imágenes de San Joaquín, Santo Domingo de Guzmán, el Arcángel San Miguel, San Francisco Caracciolo, San Eloy, los retablos de la Inmaculada y Santa Ana y la Virgen Niña, o la reforma del retablo de Santa Bárbara, colocando incluso junto a cada uno de los altares una pequeña cartela con la autoría de los mismos.

Sacerdote muy comprometido con los problemas actuales que acucian a la sociedad, no desatendió las necesidades espirituales de otros colectivos, como divorciados, alcohólicos, matrimonios o adultos. Ese compromiso le llevará a refundar y reactivar la casi perdida Escuela de Cristo, institución cuyo edificio está parejo a la Parroquia de Santa Cruz, pero de la que poco o nada se sabía.

Cofrade desde su más tierna infancia, como todos los Ybarra pertenece a la Hermandad del Silencio, sintiendo una gran devoción por Jesús Nazareno, habiendo sido además Director Espiritual de su propia hermandad, de la Hermandad del Cachorro y de la Hermandad de Santa Cruz, además de haber predicado en multitud de cultos de diversas hermandades y cofradías. Y por su condición de cofrade, era el primero en ser crítico con las Hermandades, cuando en algo fallaban, y defensor a ultranza de sus muchas virtudes, no entendiendo como otros compañeros de profesión no aprovechaban esa gran carga de espiritualidad.

Bueno, en el sentido literal de la palabra, su tipo físico resultaba "quijotesco", como el ilustre hidalgo que Cervantes creara -quizás como paradigma de que su segundo apellido es Hidalgo-, enjuto de carnes, pelo tornado canas, voz grave y una gran nariz como principal rasgo identificatorio de su rostro.

Humilde hasta el extremo, jamás aceptó de buen grado los reconocimientos y distinciones tributados a su persona. Así, asumió, casi a regañadientes, su nombramiento como Canónigo de la S.M.I. Catedral de Sevilla o su elevación al Arciprestazgo de la zona centro.

Hoy, cuando ya jubilado como párroco, -aunque seguirá ocupando la Vicaría de la Parroquia de Santa Cruz-, podrá descansar algo de lo mucho trabajado, sigue siendo un ejemplo para aquel monaguillo que lo conoció con siete u ocho años y que supo ver en él un ejemplo de pastor y sacerdote. Pierde la Iglesia de Sevilla un gran párroco, pero todos hemos ganado un sacerdote ejemplar, espejo en el que seguro que Cristo se ve reflejado.

(Foto by ABC de Sevilla)

miércoles, 9 de febrero de 2011

UN HOMENAJE QUE LLEGA 10 AÑOS TARDE






El pasado jueves día 3 de febrero de 2011, primer jueves de mes, en el transcurso de la convivencia mensual que organizan las cuadrillas de costaleros de mi Hermandad de la Macarena, se tributó un merecido homenaje a D. Luis León Vázquez, capataz durante treinta años de la misma.

El sencillo acto consistió en una emotiva semblanza sobre su persona, que pronunció el reconocido periodista D. Carlos Colón, la entrega de un recuerdo, consistente en un dibujo a plumilla, tinta y carboncillo del conocido llamador del "dragón" o "de San Miguel", así como en la proyección de varios vídeos con fotos del homenajeado en sus diferentes facetas como capataz de la Virgen del Rosario, misterio de la Sentencia, Cristo del Amor, Virgen de las Aguas del Salvador, misterio de la Borriquita, paso de San Leandro del Corpus y, sobre todas las cosas, capataz de la Virgen de la Esperanza.

Como el propio Luis León afirmó al tomar la palabra, "lo más grande que le ha pasado en su vida ha sido ser capataz de la Virgen de la Esperanza durante veinticinco años, más que ser millonario". Allí estuvieron con él sus incondicionales, mi tío Guillermo Orellana, -que tanto tuvo que ver en la fundación de la cuadrilla junto con Francisco José del Río, "Teté", y Fran Narbona-, su eterno contraguía Vicente Batelli, su hijo Iñigo, y costaleros ilustres como José Mª Rojas Marcos o Miguel Ángel Vaz Calderón.

Sin duda, el momento más emotivo, para mí, fue el abrazo en el que se fundieron Miguel Loreto, capataz del Señor de la Sentencia, y Luis León. Como un emocionado Miguel me confesó "yo estoy ahí porque él me puso".

Merecido homenaje que llega diez años tarde, pues Luis León se retiró voluntariamente de los martillos en el 2001. Tal como afirmó Antonio Hierro, capataz del Stmo. Cristo de las Tres Caídas de San Isidoro, en la magnífica tertulia desarrollada en el programa "Último Tramo" de SFC-Radio, "hoy todos debemos agradecerle a Luis León su iniciativa de crear la primera cuadrilla de aficionados", aquella que en 1972 paseó por las calles del centro de Sevilla a la Virgen de las Aguas del Salvador con jóvenes hermanos del Amor y Pasión.

Solo una pega a este sincero homenaje: me extrañó la ausencia del actual equipo de capataces y contraguías del paso de palio de María Santísima de la Esperanza, máxime cuando Antonio fue el fiel escudero de Luis durante tantos años.

Un grandioso homenaje para un gran capataz y excepcional macareno.

(Foto by web Hermandad de la Macarena)

sábado, 22 de enero de 2011

MIS CAPATACES (IV): SERGIO MAURIÑO Y JULIO JIMÉNEZ



Sergio Mauriño y Julio Jiménez mandando el paso de la Virgen del Rosario de Quirós-Santas Patronas en la última salida procesional de dicha imagen, acaecida en octubre de 2009

Sergio Mauriño y Julio Jiménez Pardal mandando el paso de San José de la Montaña

Sergio Mauriño, de contraguía, en la salida de extraordinaria de la Virgen de la Merced



Juli, en la procesión de regreso de la Coronación Canónica de la Virgen de Regla, ejerciendo las labores de encendedor del paso de palio, puesto que magistralmente ha desempeñado en otras ocasiones


Bajo las bodegas del misterio de Jesús ante Anás, el pasado Martes Santo 2010

Grandes personas, grandes amigos y grandiosos costaleros, con Sergio Mauriño y Julio Jiménez Parda, Juli para los amigos, me inicié como costalero en Sevilla. Corría el año 1996 cuando un amigo común, Javi "el bocina", entonces pertiguero de la Hermandad de la Bofetá, a la que pertenecían los tres al haber formado pocos años antes el primer cuerpo de acólitos de la misma, me comentó que si quería sacar un paso, una Cruz de Mayo, que por aquellos años recorría las feligresías de San Lorenzo y San Vicente, del que eran capataces Sergio y Juli, a lo que accedí con sumo gusto.

Sergio, informático de profesión, es hijo de Luis Mauriño -excelente costalero y miembro, durante muchos años, del equipo de capataces de Antonio Santiago y en la actualidad del equipo de Ismael Vargas- se inició pronto en este mundillo, sacando muchos de los pasos de gloria que comandaba Antonio Santiago como San José Obrero o el Pilar de San Pedro. Ya en Semana Santa ha sacado la Paz, las Penas de San Vicente, el Carmen Doloroso, la Soledad de San Buenaventura, el Cachorro o el Resucitado, haciéndolo actualmente en la Bofetá y en San Bernardo, su hermandad de toda la vida. Ha sacado igualmente otros pasos como el Rosario del Sagrario, la Pastora de Padre Pío, el Cristo de las Deblas, la Pastora de Santa Marina, Santiago de Aznalcázar, etc.

Julio Jiménez, conocido cariñosamente como "el Bocata", es en la actualidad empresario de restauración, propietario de la abacería "El rinconcito de San Andrés" que prepara, y puedo dar fe de ello, los mejores bocadillos de toda Sevilla. Al igual que Sergio, Juli se iniciará muy pronto en el mundo del costal, sacando cofradías como Las Penas de San Vicente, el Carmen Doloroso, la Soledad de San Buenaventura, el palio de la Concepción del Silencio, el Santo Entierro de Ayamonte o el Resucitado, haciéndolo actualmente en la Bofetá y en el misterio de los Panaderos, su hermandad desde pequeño, además de bajo las trabajaderas de M.ª Auxiliadora de San Vicente, su "Virgencita" del alma, a la que le profesa devoción desde pequeño, pues no en vano ha crecido frente por frente a la puerta de dicho colegio. Ha sacado también otros pasos como la Pastora de Padre Pío, Santiago de Aznalcázar, el Rosario del Sagrario, el palio de la Virgen de Regla -en la procesión extraordinaria de su Coronación Canónica-, etc.

Como capataz, Sergio se iniciará de la mano de su padre, Luis Mauriño, como contraguía del paso de la Pastora de Santa Marina, del que posteriormente, y por un breve espacio de tres años, llegó a ser capataz principal. Juli se iniciará como capataz con su primo Sergio, en la ya referida Cruz de Mayo. Como contraguía ha sacado el paso de la Pastora de Santa Marina, cuando fue mandado por Sergio, así como la Pastora de San Antonio de Padua, siendo Manuel Vallejo su capataz.

De igual modo en el año 2001 tuvieron ambos el privilegio de ser designados capataces de la primera salida procesional de la Hermandad Filial de la Virgen de Araceli, Patrona de Lucena y el campo andaluz. Esta salida vino motivada por haber sido escogida dicha imagen para presidir el Altar del Corpus Christi que en aquellas fechas montaba la Sección de Gloria del Consejo de Cofradías de Sevilla -ante la fachada del BBVA de la Avenida de la Constitución-, usándose para la ocasión el paso de Mª Auxiliadora de San Vicente.

Desde el año 2000, son capataces titulares del paso de de la Pía Unión de San José de la Montaña, con sede canónica en el Convento Casa-Hogar de Ntra. Sra. de los Desamparados y San José de la Montaña, en pleno barrio de Santa Cruz, además de haber sido los responsables del martillo en la última salida procesional protagonizada por la Virgen del Rosario de Quirós-Santas Patronas, procesión celebrada en el mes de octubre de 2009.

Por último, y como dato anecdótico, Sergio Mauriño formó parte del equipo de trabajo del capataz Antonio Ariza en la salida extraordinaria protagonizada el pasado mes de octubre por la Virgen de la Merced, del Convento de las Madres Mercedarias de la Asunción.

Con ellos dos, con Sergio y Juli, no solo tuve la suerte de estrenarme como costalero en aquella mítica Cruz de Mayo, cuya cuadrilla estaba conformada por verdaderos pesos pesados del mundo del costal en la actualidad, o la de participar en la creación y consolidación de la salida procesional de San José de la Montaña, sino que además comparto con ellos la tarde del Martes Santo bajo las bodegas de Jesús ante Anás.

Jamás olvidaré sus palabras en mi primer año en la Bofetá, su lucha para que entrase a formar parte de la misma o el detalle de Juli de cederme un relevo suyo para que yo disfrutase, un poco más, bajo mi Capitán.

Vaya éste mi sincero homenaje a ellos dos, con esta humildes líneas.

www.elblogdelguindi.blogspot.com, Jorge Durán, Pasión en Sevilla; vídeo by asantodeque)

domingo, 10 de octubre de 2010

MI SENTIDO PÉSAME A LOS HERMANOS GALLEGOS


En la madrugada de hoy, 10 de octubre, ha fallecido D. Miguel Gallego Pérez, padre de los capataces de mi querida Hermandad de la Bofetá, Miguel, Manuel y Alberto. Desde este humilde blog quiero transmitiros mi pesar por tan irremediable pérdida y acompañaros en el sentimiento en este duro trance.

Que el Señor ante Anás, ante cuya presencia seguro que ya se encuentra, y la Virgen del Dulce Nombre Nombre acojan en el seno de Dios Padre a su alma. Descanse en paz. Amén.

(Foto by Arte Sacro)

miércoles, 25 de agosto de 2010

ASÍ LE HABLABA LUIS LEÓN A SU GENTE



Calle Sor Ángela de la Cruz, Viernes Santo de 1998. Y Luis León toca el martillo para dirigirse de esta forma a su gente, sus costaleros, poniéndoles en preaviso de lo que hay, de lo privilegiado que son por poder portar el "altar de la Esperanza" ante el "altar de la pobreza". ¿Se puede decir más con menos? Juzguénlo ustedes mismos y disfruten del momento.

lunes, 23 de agosto de 2010

MIS CAPATACES (III): LUIS LEÓN VÁZQUEZ

Llevando el paso de palio de la Virgen de la Esperanza en la década de los ochenta. El patero que aparece en la foto es Felipe Loreto, hermano de Miguel, gran costalero que paseó durante años a la Virgen de la Esperanza. Y de nuevo vemos junto a Luis León a un jovencísimo y delgadísimo Antonio Santiago.

Trasladando el paso de palio de la Virgen de la Esperanza al altar de la Pontifical celebrada en el Arco con motivo del IV Centenario Fundacional de la Hermandad (1995)

Al frente de su cuadrilla, en un reportaje publicado en la Cuaresma de 1987 en ABC de Sevilla. Junto a él, a su izquierda, podemos ver a un jovencísimo y delgadísimo Antonio Santiago

Luis León, al centro de la foto en la última fila, aparece en esta instantánea, captada durante la celebración de II Congreso de Capataces y Costaleros de Sevilla en el año 1996, junto a un grupo de capataces de Ciudad Real y algunos capataces de Sevilla como Villanueva padre (Q.D.E.P.), Manuel y Carlos Villanueva, Juan Antonio Guillén o Alberto Gallardo.

Conocido cariñosamente como el "zorro plateado", por su astucia frente a los pasos y por su pelo tornado en canas siendo muy joven, ha sido el capataz que mejor ha cantado la belleza de la Virgen de la Esperanza al frente de un martillo.

Nacido en Sevilla en el año 1939 es empresario agro-ganadero. Como cofrade pertenece a las Hermandades del Amor, -en cuya junta de gobierno desempeñó diversos cargos, entre otros, el de Teniente de Hermano Mayor- y a la Macarena. Se iniciará como costalero, a la edad de diecisiete años, en el misterio de la Borriquita y en el paso del Cristo del Amor, dándose la circunstancia de ir él en una pata y en la otra Luis León Pérez, capataz de la Virgen de las Tristezas y costalero veterano recientemente retirado.

En el mundo del martillo se iniciará de la mano del recordado Manolo Santiago al que siempre ha considerado su maestro y mentor. Fue fundador, en 1972, de la primera cuadrilla de costaleros no profesionales, la de la Virgen de las Aguas del Salvador, en la que se integraron indistintamente jóvenes cofrades del Amor y Pasión. Podría haber sido su Cristo del Amor la primera imagen de Sevilla en ser llevada a la Catedral en un paso portado por una cuadrilla conformada íntegramente por hermanos, pero las dudas y los miedos de su junta de gobierno desecharon dicho proyecto hasta la Semana Santa de 1974, adelantándose en dicho contexto la Hermandad de los Estudiantes. Ya en 1976 se producirá el estreno de Luis León como capataz del misterio del Señor de la Entrada en Jerusalén, la popular Borriquita, sustituyendo en el martillo a Salvador Dorado "el Penitente".

En el referido año de 1976 se haría cargo de la cuadrilla de la Virgen del Rosario de la Macarena, con la que los jóvenes macarenos se foguearían y tendrían su primera prueba real con un paso, con la vista puesta en la Semana Santa venidera. Se daba la circunstancia que hasta dicho año Luis León había sido el crucero o portador de la Cruz de Guía de la Hermandad durante dieciocho años, desde 1957.

En 1977 asumiría la creación de la cuadrilla del paso de misterio del Señor de la Sentencia, llevando por segundo a Alejandro Ollero Tassara. Un año después formaría la cuadrilla de la Virgen de la Esperanza Macarena, siendo su segundo Antonio Santiago. De esta forma Luis León se convertía en capataz general de la Hermandad de la Macarena, siendo capataz del Señor de la Sentencia Alejandro Ollero, auxiliado por Miguel Loreto en 1978 y 1979, para confiar el martillo del Señor desde 1980 a Miguel Loreto Bejarano.

Como dato anecdótico citaremos el hecho de que Luis León Vázquez ha tenido la suerte y el privilegio de ser el capataz de la Virgen de la Esperanza en las dos última salidas extraordinarias protagonizadas por la Hermandad de la Macarena en la pasada centuria. En 1989, con motivo del XXV Aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Esperanza, y en 1995, al conmemorarse el IV Centenario Fundacional de la Hermandad de la Macarena.

Otros pasos que igualmente ha comandado Luis León han sido la Virgen del Carmen de San Gil, durante unos años, y la imagen de San Leandro en la procesión del Corpus Christi de Sevilla desde 1987 hasta su retirada como capataz.

En la Semana Santa de 2001, tras veinticinco años paseando a la Reina y Señora de Sevilla, rezándole y animando a su gente como nadie ha sabido hacer hasta ahora, colgaba el traje oscuro para tomar desde entonces un cirio verde en el último tramo de palio de la Hermandad Macarena. Ese mismo año recibía, en el transcurso de la gala de los XIV Premios Demófilo que concede la Fundación Machado el Premio especial del jurado por su labor como capataz. El 12 de febrero de 2002 era galardonado por el programa "El Llamador" de Canal Sur Radio con el "Llamador de Honor"; ese mismo año se estrena la marcha procesional "¡Ahí queó!", obra de Martín Salas, dedicada a Luis León Vázquez. En el año 2009 la Tertulia "Macarenos del Atrio" le entregaba igualmente su anual premio "Macareno del Año" por su ejemplar dedicación como capataz de la Hermandad de la Macarena y en especial de la Virgen de la Esperanza.

Mi relación personal con Luis León Vázquez se inicia a través de la Hermandad de la Macarena, en la que por aquel entonces yo formaba parte de su Grupo Joven y su cuerpo de acólitos. Dos fueron las Madrugá, más la salida procesional del IV Centenario, en las que pude disfrutar de su magisterio como capataz, al ir toda la noche junto al paso de la Virgen.

En 1999 tuve la suerte de entrar a formar parte de la cuadrilla del Señor en la Entrada en Jerusalén, la querida Borriquita. Se dio la circunstancia de que ese año llovió por la mañana, volviendo a ser procesionada la Borriquita por la noche, integrada en el cortejo de la Hermandad del Amor, tal como sucedía hasta 1970. Fue una gratísima experiencia que, por desgracia, solo duró un año, dado que al año siguiente, al estar estudiando la carrera en Córdoba no pude asistir a la igualá perdiendo mi sitio en dicha cuadrilla.

Pero lo que jamás olvidaré fue una noche, a Basílica cerrada, cuando un grupo de jóvenes macarena veníamos de culminar una de nuestras reuniones. A su solicitud, ataviados solo con chalecos como única protección para la cerviz, nos introdujimos bajo las trabajaderas del paso de la Virgen de la Esperanza, el cual en ese momento se encontraba en fase de montaje (de hecho solo estaban montados los varales, el techo y las caídas). Al aviso de su recia voz el palio fue alzado y mecido unos metros por a Basílica para comprobar si el mismo se movía al son requerido, tras haber sido restaurados los varales del palio. Un pequeño gesto que jamás olvidaremos, como tampoco olvidaremos nunca sus míticas frases para enaltecer a la Virgen de la Esperanza:

"La Virgen de la Esperanza anda sola"

"La Virgen de la Esperanza está ahí y respira. Yo a la Virgen la he visto respirar muchas veces en el paso. Serán las mariquillas que lleva en el paso, no lo sé".

"La gente va a la Basílica a hablar con la Virgen. Si no le concede lo que le pide, le riñe."

"Ni artistas, ni poetas, ni toreros, costaleros macarenos".

"¿Cómo se puede ser agnóstico aquí, con esa Macarena, con ese Gran Poder, con ese Amor Crucificado?

Sirva esta humilde entrada de homenaje a su persona y para desearle una pronta mejoría de los achaques que hace poco ha padecido.

(Fotos by ABC de Sevilla&lagentebuenadeverdad; información: libro Hermandad de la Macarena, "Léxico de capataces y costaleros", "Sevilla entre dos voces" y entrevistas en ABC de Sevilla en 1987 y 1991)


miércoles, 3 de marzo de 2010

MIS CAPATACES (II): LOS HERMANOS GALLEGO


Igualando el palio del Dulce Nombre en el almacén de la c/ Alcoy

Miguel, Alberto y Manuel ante la Capilla de la Hermandad de la Bofetá en la Iglesia de San Lorenzo

Dirigiendo el misterio del Carmen Doloroso

Los hermanos Gallegos en la Plaza de San Lorenzo, ante el retablo de la Virgen del Dulce Nombre

En la mañana del 12 de octubre, dirigiendo el paso del Rosario de Humeros

Miguel, Manuel y Alberto son, por este orden de nacimiento, los Hermanos Gallego, capataces de Sevilla desde hace treinta años. Pertenecen a la generación que surge en torno a las primeras cuadrillas de hermanos costaleros, a las que Miguel y Manuel se incorporarán a los pocos años de crearse, iniciándose a las tempranas edades de los 16 y los 15 años, respectivamente.

Miguel fue costalero de la Bofetá, el Gran Poder, el palio de los Servitas o la Pastora de Santa Marina, retirándose de los pasos por una inoportuna lesión de espalda. Manuel fue igualmente costalero de la Bofetá y el Gran Poder, así como de Jesús Despojado, Corazón de Jesús de Nervión, Rosario de San Julián, Nazareno de la O y la Soledad de San Lorenzo, paso este último en el que se retiró. Alberto, el más pequeño de los tres, el cual también tuvo que abandonar el costal por culpa de otra lesión, ha sido costalero del Rosario de Humeros, Bofetá, Amargura (misterio), Montserrat y Jesús Despojado.

Como capataces de Sevilla se iniciarían de manera casual, pues al pertenecer a la Juventud del Gran Poder recalarán en la Hermandad del Rosario de los Humeros, que por aquellos años se estaba reorganizando, en el que se encontraban destacados cofrades, como Esther Ortego, -hoy Consejera de Glorias del Consejo General de Hermandades y Cofradías- o José Manuel Bonilla Cornejo, -reconocido imaginero-, pasando a ocuparse del martillo de dicho paso. Corría el año 1981.

En el año 1982 se incorporan al equipo de Sebastián Pagés como contraguías, sacando con este capataz el misterio de la Amargura, el palio de los Servitas, la Virgen de las Mercedes de la Puerta Real y el Carmen de San Gil. Esta relación con la familia Pagés se prolongaría hasta 1999. Debemos reseñar que hasta entonces los hermanos Pagés habían sido los segundos capataces y contraguías del palio del Dulce Nombre.

Ya en 1985 se harán cargo de la Virgen de la Salud, Madre de los Enfermos, de la barriada sevillana de las Avenidas, una antigua Cruz de mayo que sacaban por su barrio, que en dicho año incorporará dicha imagen gloriosa, modelada por Bonilla Cornejo.

Pero, sin duda, el año trascendental en la vida de Manuel será 1986, cuando asuma la dirección del misterio de Jesús ante Anás, la Bofetá, en el que cumplirá en la próxima Semana Santa las bodas de plata como su capataz. Un año después se incorporaría a la dirección de este barco su hermano Miguel y en 1994 el último de los hermanos, Alberto. En 1997 asumirían la dirección del palio de María Santísima del Dulce Nombre, convirtiéndose con ello en capataces generales de la Hermandad de la Bofetá. Quedan para el recuerdo las lágrimas derramadas por Manuel Gallego al sacar el palio de su "Morena de San Lorenzo" por primera vez a la calle siendo su capataz.

Por su parte el propio Manuel asumirá la dirección compartida del martillo del Cristo de la Sed (hasta 1992) y del Corazón de Jesús de Nervión (hasta 1993). Ese mismo año participarán, como capataces, en el traslado de Madre de Dios del Rosario a la Catedral de Sevilla para presidir el Pregón de las Glorias donde, en diferentes tramos, se fueron alternando distintos capataces de Sevilla.

En 1994 se iniciará su relación con la Hermandad del Carmen Doloroso al hacerse cargo del palio de la Virgen del Carmen, en la salida extraordinaria protagonizada con motivo del X Aniversario de su bendición, para asumir desde 1995 la dirección de la cuadrilla de Ntro. Padre Jesús de la Paz, ampliándose también el pasado año 2009 con el palio de la Virgen del Carmen Doloroso.

Por último en el 2005 asumirán la dirección del paso del Cristo de las Misericordias de Cantillana (Sevilla), un bello Crucificado de Castillo Lastrucci, así como de la procesión del Corpus Cristhi de dicha localidad, retirándose a los pocos años por diferencias de criterio con la Junta de Gobierno, pero dejando un gran sabor de boca por el gran trabajo realizado. En el referido 2005 celebrarán también los 25 años al frente de la Hermandad de los Humeros.

Como capataces, aunque jóvenes por edad, guardan formas antiguas, palpables en la manera de igualar, aprendida sin duda de la familia Ariza con la que Manuel y Miguel trabajaron muchos años como costaleros. Serios, exigentes, pero sobre todo, humildes, valoran por encima de todo la unión de las cuadrillas, formando siempre un gran grupo humano, por encima de las individualidades. Como tantas veces han repetido, "las figuras no van ni debajo, ni detrás de los pasos, sino encima".

Quedan en sus retinas momentos inolvidables vividos como capataces, como la primera salida con el misterio de la Bofetá (1986), la primera salida del Carmen Doloroso como Hermandad de Penitencia (1996), la primera salida con el palio del Dulce Nombre (1997), el campanazo de la Hermandad de la Bofetá (2003), la primera estación de penitencia a la Catedral de la Hermandad del Carmen Doloroso (2007) o la primera salida del palio de la Virgen del Carmen Doloroso (el pasado 2009).

Como cofrades, Manuel, Miguel y Alberto pertenecen a las Hermandades de la Bofetá, -su hermandad de la infancia y la única en la que han salido de nazarenos-, Humeros, Salud de las Avenidas y el Carmen Doloroso. Miguel y Manuel son también hermanos del Gran Poder y Alberto de los Servitas.

Vaya ese sencillo y sentido homenaje a mis capataces de la Bofetá, con los que me he hecho costalero, aprendiendo a su lado. Pero, sobre todo, me quedo con el amor desmedido de Manuel por Jesús ante Anás, un bofetero convencido, como yo.

(Fotos by Fran Narbona y Arte Sacro. Texto: datos tomados de Arte Sacro y de las muchas conversaciones mantenidas a los largo de estos quince años de relación)

miércoles, 20 de enero de 2010

MIS CAPATACES (I): JAVIER FAL-CONDE MACÍAS

Retrato de Javier Fal-Conde Macías,- dibujo a plumilla realizado por Calderón-, en la entrevista publicada en ABC de Sevilla en 1991.

Con la cuadrilla del Stmo. Cristo del Calvario; año 1991

Con la cuadrilla de Ntra. Sra. de la Presentación del Calvario, junto a sus auxiliares, entre los que se encontraban otros capataces, como José Miguel Hidalgo, Pemi, y José Vázquez Ceballos

Mi querida Virgen de Villaviciosa y su paso del Duelo,
donde debuté como costalero, de la mano de Javier Fal-Conde.

Recuerdo una anécdota vivida en una mañana gloriosa de Corpus en Sevilla. Siendo un niño, mi tío Fernando Vega, entonces Hermano Mayor de la Hermandad de La Cena, me lanzaba una pregunta, quizás inocente, que él no supo la trascendencia que desde aquel día tuvo para mí. La pregunta fue: ¿Y tú nunca te has planteado ser COSTALERO?

Aquella pregunta abrió ante mis ojos un mundo que me era completamente desconocido. Como cofrade vinculado desde chico a sus hermandades, me habían educado en la Semana Santa rancia, aquella que pasaba por denostar cualquier puesto de los que se consideraban pagados, porque éstos acarreaban fuertes desembolsos en la mayordomías de las hermandades. Puestos como sacar el simpecado, o salir de costalero, encendedor del paso, músico o el acólito estaban, simplemente, mal vistos. A ello debemos unirle que mi tío Guillermo Orellana había sido miembro fundador de las cuadrillas de Los Estudiantes y La Sentencia que, -tras muchos años de dura batalla, cuando salir de costalero era algo más que una odisea-, se retiraba por culpa de una lesión de espalda. Este hecho no hizo más que ayudar a que el tema costal se convirtiese en un tabú. Y ya se sabe lo que pasa con los críos, no hay nada como prohibirles algo, para que lo asuman con más ganas.

Desde aquella pregunta de mi tío Fernando, empecé a fijarme por saber que era lo que pasaba bajo los míticos faldones y a interesarme por todo lo vinculado con este mundo. Con 14 años me compraba mi primer costalito y mi primera morcilla en "Nueva Ciudad" -otro comercio histórico del centro que también sucumbió- y empecé a sacar algunos pasitos (la Cruz de mayo del Cristo de la Corona, la Cruz de mayo que desde el colegio de las Salesianas de San Vicente sacaban mis amigos Julio Jiménez, "Bocata", y Sergio Mauriño, etc.), pero con 18 el cuerpo ya te iba pidiendo dar el gran salto.

El año que cumplía 18, (no los hago hasta el mes de agosto), me presenté a la igualá de la Hermandad del Santo Entierro, acompañado por mi buen amigo David Ruíz. Ambos, compañeros de fechorías en la Escuela Francesa y en la entonces Asociación Parroquial del Cristo de la Corona, sonsacamos a Pedro Ordóñez, a la sazón mayordomo de bienes de la Sacramental del Sagrario y miembro de junta del Santo Entierro, para que nos avisase de la igualá.

En la iglesia de San Gregorio tuve la suerte de conocer a Javier Fal Conde, el capataz que me dio la primera oportunidad de sacar un paso en Semana Santa. Llegada la igualá, los costaleros nos distribuimos por el templo, repartidos equitativamente entre miembros de la cuadrilla y aspirantes. Eran quince o veinte los huecos a cubrir, algo impensable hoy en día. Javier Fal Conde tomó la palabra para decirnos que todos íbamos a entrar, y nos hacía un ruego: "Ésta Hermandad es muy humilde, aquí viene mucha gente a sacarla de costalero y cuando aprende la deja. Son nada más que cuatro horas, lo único que os pido es que os acordéis donde habéis empezado y quien fue el capataz que os dio esa primera oportunidad". Aquellas palabras se me quedaron grabadas a fuego y me prometí que, mientras tuviera fuerzas, sacaría a la querida Hermandad del Santo Entierro. Desgraciadamente solo pude cumplir mi promesa cuatro años, pues con posterioridad para cada paso fue designado un capataz distinto, prescindiendo de los que ya estábamos allí.

Javier Fal-Conde Macías

Hijo de D. Manuel Fal Conde, el gran valedor del tradicionalismo carlista en Sevilla, como recoge magistralmente Antonio Burgos en uno de sus artículos, se inició en el mundo del costal con su hermano Alfonso Carlos, en tiempos de Rafaelito Salvatella.

Aprendió el oficio de capataz de uno de los grande, Rafael Franco, del que heredó su seriedad, su armonía y su señorío a la hora de mandar los pasos. De hecho, Javier, fue uno de los causantes de que el callejón que hay cerca de la Campana, donde está el Bar Tino, fuese rotulado con el nombre de dicho capataz.

Capataz de corte clásico, fue, entre otros, responsable del paso de Cristo del Calvario, del palio de las Tristezas de Vera-Cruz, de los tres pasos -Canina, Urna y Duelo- del Santo Entierro y de la custodia de la Sacramental de la Magdalena. Siempre lo recordaré impecablemente vestido de chaqué, ya fuese por la Magdalena o por San Gregorio.

Aparejador de profesión, casado y padre de dos hijos, pertenecía a las Hermandades del Calvario, la Vera-Cruz, la Bofetá, el Santo Entierro y la Sacramental de la Magdalena.

La última vez que tuve la suerte de verlo con vida fue el día en que recibía en mi hermandad de la Bofetá la medalla de los 25 años de pertenencia a la misma. Muy mermado ya físicamente, fue a recogerla, acompañado de su familia, escrupulosamente vestido de traje de chaqueta. A pesar de los años transcurridos, aún recordaba mi cara, y me saludó con el cariño con el que siempre nos trató a los que tuvimos la suerte de ser sus costaleros.

Fallecía la tarde del 13 de abril, en plena Feria, del año 2005, junto a la torre del Oro, víctima de un infarto. Se iba de esta forma, casi sin hacer ruido, el que fue mi primer capataz, con el que tuve la suerte de trabajar dos años, -uno en el Duelo, el otro en la Canina-, y del que jamás olvidaré su trato para conmigo y sus hechuras de buena persona.

(Algunos datos de este texto están tomados de un artículo de Antonio Burgos de 19 de abril de 2005. Foto by Pilar Prados Gómez y Hemeroteca de ABC de Sevilla)