
La imagen que ven fue captada en la calle Hombre de Piedra, durante el discurrir de la Procesión de Impedidos con su Divina Majestad de la Parroquia de San Lorenzo, que organiza la Hermandad de la Soledad, al estar fusionada con la Sacramental de dicho templo.
El que ven en el recuadro, en un alarde de democracia y amparándose en la mal llamada libertad de expresión, decoró su balcón con una bandera de la CNT, el sindicato anarquista, además de enarbolar el puño cerrado, símbolo de los movimientos de izquierda, mientras el palio de respeto que cobija al Santísimo pasaba por delante de la casa que habita.
Cuenta la leyenda, recogida por José María de Mena en su libro "Tradiciones y leyendas sevillanas", como Mateo el Rubio, un bebedor y juerguista que se encontraba en una taberna ubicada en dicha calle, llamada entonces del Buen Rostro, dándoselas de valiente, prefirió permanecer de pie al escuchar el tintineo de la campana del Santísimo, acusando a sus compañeros de refriegas de gallinas. Y continúa la leyenda diciendo que un trueno estalló sobre la calle cayendo sobre el impío, el cual quedó petrificado para los restos, introduciendo su cuerpo hasta las rodillas en la tierra.
Evidentemente esto es una leyenda y yo no le deseo mal alguno a nadie. Creo más en un Dios misericordioso que en un dios vengativo. Pero lo que está claro es que entran ganas, al ver la foto, de subir al balcón y darle de bofetas al insurrecto. Y me explico.
Me parece perfecto que sea seguidor o afiliado a la CNT (o quizás no tanto, viendo los desmanes que causaron en la Semana Trágica ó Negra de Barcelona en los años 30 de la pasada centuria), incluso que no crea en Dios o le parezca una chorrada una Procesión de Impedidos. Pero de ahí a salir a un balcón provocando hay un abismo.
La cercana Alameda de Hércules, sobre todo desde su remodelación hace un par de años, se ha convertido de un reducto de hippis, perros-flautas, litronas, botellonas y en la excusa perfecta para celebrar todo tipo de actos, como conciertos de diverso gusto, días del pueblo saharaui, fiestas del porro, conciertos de enaltecimiento de la república, etc. Como no comparto dichos ideales básicamente no voy, no me dedico a dar por culo en dichos actos.
Y es que en la educación tradicional en la que me educaron, la que ahora quieren tirar por tierra, tu libertad de expresión terminaba donde empezabas a molestar al vecino. Y me hacían siempre mucho incapié en diferenciar "libertad" de "libertinaje".
Ahora con el todo vale, con el laicismo cabalgante que pretenden imponernos, todas estas cosas pasan, lo mismo que ya ha pasado que algunos le arrojen huevos a un paso, con la indiferencia de las autoridades. No corren buenos tiempos para el catolicismo, a lo que no ayuda en absoluto la tibieza de la Iglesia en muchos asuntos.
Quizás a algunos le gustaría que volviéramos a las catacumbas. Craso error, pues ya lo dice la Biblia: "La verdad os hará libres". Pero mi libertad de expresión si que me permite mirar a la cara a ese energúmeno y decirle: ¿Por qué ofendes a Dios?
(Foto by Pasionensevilla)