Todos los comienzos de una nueva Hermandad o Cofradía son siempre difíciles. En esos primeros tiempos, no es usual ver pasos de poca calidad, insignias prestadas o cedidas por otras corporaciones o cortejos de nazarenos verdaderamente escuetos. Incluso Hermandades con siglos de historia han visto como en algunas etapas de su devenir histórico languidecían por completo, llegando incluso a su desaparición y extinción definitiva, tal es el caso de señeras corporaciones como las del Cristo de San Agustín y Siete Dolores y Compasión.
Antigüedad son va siempre acompañado de cortejos muy numerosos y viceversa. Ahí tenemos el caso de Hermandades como el Santo Entierro, el Valle, la Quinta Angustia, las Siete Palabras o las Cigarreras, corporaciones todas ellas con varios siglos de antigüedad a sus espaldas, con cortejos nazarenos no muy numerosos, frente a cofradías más recientes o populares, como Santa Genoveva, el Cerro, la Paz o San Gonzalo que superan el millar con facilidad.
Esto no es ni bueno, ni malo, simplemente demuestran la variedad que podemos encontrar en nuestra Semana Santa, la cual, cada año, cada década, cada siglo, se reinventa así misma.
Por todo ello, no concibo la fobia y el ataque gratuito al que, de un tiempo a esta parte, es sometida mi querida Hermandad del Sol por parte de ciertos periodistas dedicados al mundo cofrade, los cuales no tienen mejor ocurrencia, en un Sábado Santo, que contar el número de integrantes que conforman su cortejo, sin reparar en los muchos detalles que se contienen en sus pasos y en su juego de insignias, quizás porque su ignorancia estética, artística e histórica no les de para más.
A tenor de todo esto que les cuento, hoy he recuperado una fotografía que me viene como anillo al dedo. La misma, perteneciente al "Legado Turina", conservado en la Fundación March, muestra el discurrir de la Hermandad de los Negritos en la tarde del Jueves Santo de 1917, uno de esos años en que el Crucificado de la Fundación salió acompañado en su paso por una imagen de la Magdalena genuflexa. La instantánea, captada en la calle Recaredo, al poco de iniciar su estación de penitencia, nos muestra un entorno muy diferente al que hoy conocemos, con una vía adoquina surcada por los raíles del tranvía que cubrían la línea de la Ronda Histórica.
Fotografía de sobra conocida, pues muestra el ambiente popular que entonces rodeaba a esta cofradía, donde un hombre de raza negra entabla agradable conversación con el nazareno que porta el Senatus de la cofradía. Pocos nazarenos, alrededor de veinte, median entre esa insignia y el paso, no distinguiéndose siquiera cuerpo de acólitos o presidencia.
No es precisamente la Hermandad de los Negritos, a la que le tengo especial cariño, pues son muchos mis amigos que pertenecen a ella, sospechosa de tener cuatro días, pues se acerca por su fundación a los seis siglos de historia. Dejemos que la Hermandad del Sol madure a ser, poco a poco, con el paso de los años, hasta consolidad un estilo propio, que sin duda marcará un antes y un después en nuestra Semana Mayor, cono no hace tantas décadas ocurrió con la Hermandad de los Servitas. Veremos como entónces lo que hoy puede ser anecdótico dejará de tener importancia.
-A FRAN LÓPEZ DE PAZ, QUE SE DEDICA UN SÁBADO SANTO CUALQUIERA CONTAR NAZARENOS...-
(Foto: Legado Turina, Fundación March)
Pues no es la primera vez que ataca a esta Hermandad ni, me temo, sea la última. Parece tener alguna fijación con ella.
ResponderEliminarPero seamos cristianos y perdonemosle, que por la cara que tiene, me parece que de chico le pegaban en el recreo.
Un saludo Rafael.