EL CRISTO QUE EXPIRA EN SAN LORENZO

Aún sigo absorto en tu rostro, como cuando me sentaba en el primer banco de la Nave de la Epístola de San Antonio para estar cerca de Ti, siempre a tu lado.

Siempre estaré agradecido, fue una oportunidad única que hoy se mueve entre leyendas con sabor a sevillanía, pude esculpirte y admirarte, porque aunque fueron mis manos las que te dieron vida, fuiste Tú la que me la otorgó posteriormente.

Aún recuerdo esos instantes en que mi taller era todo "Dulce Nombre", cuando tu Hijo Jesús se convertía en Titular junto a tu Talla y como quise que San Juan fuera ejemplo de agradecimiento hacia esta primera oportunidad que me brindaba la Ciudad.

Y aunque era el entorno de San Lorenzo el que predominaba, quise que tu hijo expirara como el de Triana, pero con el rostro inconfundible de "el que camina de espaldas", Imagen que presidiría desde entonces la Mesa de Cultos.

Sigo buscándote en San Antonio, donde te dejé antes de mi partida. pero fue una marcha sin toques fúnebres, pues 1967 pasó a ser el año... nuestro año.

Quisiste despedirte de mí, junto a tus hijos nazarenos, junto al San Juan que con tanto amor quise gubiar para que nunca estuvieras sola... Y fue tu palio por mi ventana el que paró el reloj vital, descontando los minutos para estar junto a tí, como el Cristo que expira en Triana..., pero con el rostro del que ahora habita en San Lorenzo.

Noviembre, mes de los Santos, mes del recuerdo para aquellos que ya no están con nosotros y, el mes en el que, por fin, me acogiste entre tus brazos como un día tuviste a tu Hijo. Gracias Madre del Dulce Nombre...

(A Castillo Lastrucci y R.R.D.)

(Foto y texto de Francisco Santiago Barba para Arte Sacro)