martes, 28 de febrero de 2012

EL CRISTO DE TEODORO FALCÓN


Pertenece D. Teodoro Falcón a esa generación de profesores que marcaron y marcarán una época en la Universidad de Sevilla. Educado y culto hasta el extremo, reconozco que sus clases de Historia del Arte Español Moderno las disfrutaba, guardando como "oro en paño" sus apuntes.

Y también pertenecía a ese selecto grupo que no renunciaba a sus creencias en favor de la progresía. Es "progre" en algunos sectores universitarios tachar a Sevilla de ciudad rancia, atrasada y estereotipada, atacando sin piedad sus fiestas y tradiciones más señeras, como la Semana Santa, como la Feria o como el Rocío. Por eso daba gusto saber que Gómez Piñol es del Gran Poder, que Roda Peña milita en Pasión, los Panaderos, el Amparo y la Sacramental de la Magdalena, que Ramos Sosa es de la Sacramental del Sagrario, que a Palomero le apasiona la Macarena y que González Gómez es un apasionado devoto del Rocío, lo mismo que Paco Ros es de la Hiniesta y el Gran Poder y Andrés Luque de la Macarena.

Y entre esta amalgama de devociones, todos sabíamos que Teodoro Falcón era de la Candelaria y que su Cristo era el Señor de la Salud. Algo iluminaba su rostro, tal vez solo una mueca o una leve sonrisa cómplice, cuando en clase proyectaba la fotografía de su Nazareno que tanta historia cofrade arrastra tras de sí, de titular de una señera hermandad de la collación de la Magdalena, con capilla propia en el compás del Convento Casa-Grande de San Pablo El Real, a llegar a San Nicolás para cubrir el vacío que había dejado la marcha del Cristo de la Salud de los Gitanos, razón por la cual heredó su advocación.

Agustín y yo frecuéntemente nos lo cruzábamos en el Patio de los Naranjos en las mañanas preciosas de Corpus, portando la vara de su Hermandad de la Candelaria, cuando ésta estuvo regida por una gestora a la que se vinculó por expreso deseo de su buen amigo, el recordado cofrade Ramón Ybarra Lloset.

Ayer el Señor de la Salud recorría las calles de Sevilla para presidir el Vía-Crucis de las Cofradías, pero durante toda la jornada estuvo presente en mi mente el orgullo que debía sentir nuestro querido profesor, al saber que su Cristo, el Nazareno "chiquito", era en ese instante el centro de todas las miradas. Por un día, volvió a ser aquel portentoso Nazareno al que antaño rezaron los principales de la ciudad, donde era una de sus referencias devocionales, para caer en el más estricto olvido de donde fue rescatado por los vecinos de la collación de San Nicolás.

(Foto by El Correo de Andalucía)

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