El pasado jueves estuve almorzando con mi buen amigo Javier Padilla. Durante la agradable sobremesa que compartimos se nos acercó una vendedora de la ONCE ofreciendo sus cupones. Sin saber porqué, y como un acto reflejo, algo o alguien me pedía adquirir uno de ellos.
-¿Qué número desea? me preguntó ella.
-"Él que sea" fue mi respuesta, "y si no toca, al menos ayudamos a una buena labor social".
Al pronunciar, casi de carrerilla, estas palabras a las que yo mismo no le daba importancia, vinieron a mi memoria las mismas pronunciadas por boca de mi abuela Gracia. Era asidua a comprar, cuando su pequeña pensión se lo permitía, el "cuponcito de los ciegos". Desconozco si esta costumbre la adquirió como homenaje a su hermana Soledad, la cual quedo ciega con el paso de los años, aunque desarrolló muy bien otros sentidos como el oído y el tacto. Sea como fuera, nunca faltaba a su cita de los viernes, donde, tras escuchar misa ante el Señor, desayunábamos en "El Sardinero" para comprar el cuponcito al amable viejete que siempre los vendía en la Plaza de San Lorenzo. Otras veces lo adquiría a la salida de la Iglesia de la Magdalena, o en los Mercaos de Entradores o de Triana a los que acudíamos para hacer la compra.
Jamás le tocó, o al menos le tocó algún premio importante. Creo que nunca se obró el milagro que ella tanto ansiaba porque hacía castillos en el aire pensando en qué lo gastaría, en ayudar a todos a tapar agujeros, la hipoteca del piso de mis padres, la de mis tíos, en arreglar esto y aquello, jamás para ella, sino para los demás, circunstancia éstas por las que creo que jamás le tocó. Aún así, siempre hacía la misma reflexión, "si no toca ayudamos a mucha gente".
Hoy, al comprobar el cupón que compré el pasado jueves, que curiosamente tampoco estaba premiado, he recordado tu gesto amable de cada día. Tu esperanza por querer siempre cambiar el mundo, pero sin reprocharle nada a nadie. Con poco eras inmensamente feliz, aún sabiendo que con las 100 ptas. que entonces costaba un cupón ayudabas a muchos.
Ya ves abuela Gracia, que en los pequeños gestos te sigo teniendo presente. Quizás por ello, y como homenaje a tí, siga periódicamente comprando el cupón de los ciegos, haciendo encajes de bolillos de lo que arreglaría si me tocara, pero, sobre todo, siendo consciente de que gracias a tu enseñanza estoy contribuyendo a una gran labor social.
Bien Rafa bien, nunca te olvides de los que ya no están, un fuerte abrazo y mi enhorabuena por la entrada, son de las que gusta leer
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