jueves, 26 de noviembre de 2009

NOVIEMBRE, MES DE LOS DIFUNTOS

D. Eduardo Maestre interpretando uno de sus sonetos en la Plaza de Santa Marta. Al fondo, la triada capitolina del Bosco, Dani-Pollo, Dutti y un servidor.

Desde que era pequeño me enseñaron que el mes de noviembre era un mes especial dentro del calendario anual. En las previas a la celebración de la Navidad, fiesta entrañable y familiar sobre todas las cosas, había unos momentos de recogimiento, para acordarnos de nuestros familiares y seres queridos que ya no se encuentran con nosotros.

Es el mes de noviembre un mes de cultos a las Ánimas Benditas del Purgatorio por parte de las Hermandades Sacramentales, de misas de difuntos en nuestras Hermandades por los hermanos fallecidos y de la ritual visita al cementerio, para limpiar las tumbas de nuestros familiares y llevarles unas flores. Y, aunque esencialmente esta última costumbre no solo se practica en este mes, es cierto que parece indisoluble la referencia del mes de noviembre con el recuerdo a los difuntos.

Tan bien es el mes en el que en los teatros se repone la obra que el genial Zorrilla dedicó a unos de los mitos por excelencia de Sevilla, "Don Juan Tenorio". Si aún no han asistido a la representación que la compañía de Teatro Clásico de Sevilla realiza en la Iglesia de San Luis de los Franceses, es el momento de hacerlo; una explosión de sensaciones invadirán sus sentidos.

Es indudable el marcado carácter religioso que en nuestra ciudad tiene este mes, acrecentado con las procesiones de Tosantos y la Virgen del Amparo. Pero paralelamente, la tradición de recordar a nuestros difuntos se ha visto invadida en los últimos tiempos, no más de diez años, con la manida fiesta de Halloween, donde niños y mayores se disfrazan de muertos, cadáveres y otros espantajos más. Otra americanada más importada, como el puto Papa Noël de las narices, que nada tienen que ver con nuestra tradición cultural.

El mismo día en que miles de jóvenes, disfrazados de mamarrachos recorren las calles de la ciudad, so pretexto de celebrar una botellona, la Tuna de Filosofía y Letras de Sevilla, desde hace más de treinta años, celebra un simpático acto en homenaje a Don Juan Tenorio, consistente en una pseudo-representación de dicha obra -a las puertas de la mítica Hostería del Laurel-, un concurso de sonetos en la recóndita Plaza de Santa Marta, culminando esta loa con la ronda a la estatua de este mito sevillano situada en la Plaza de Refinadores. Cante, algo de cultura y poseía, recorriendo los más bellos rincones del simpar Barrio de Santa Cruz.

Como homenaje a este Tuna de Filosofía y Letras, a la que me siento especialmente unido, y con la que tengo la suerte de compartir la madrugada del día 1 de noviembre, traigo a colación la magnífica poesía que D. Eduardo Maestre dedicó a los niños de halloween.

Dice así:

Niño untado de Halloween, que al verme
me gritas “tuno bueno, tuno muerto”,
como el que le echa un sortilegio a un tuerto,
sin pensar que ello pueda estremecerme.

Qué injusticias tenemos que sufrir:
que la Tuna es residuo del franquismo;
que esta ropa es un anacronismo,
que tendríamos todos que morir…

Niño al uso de Halloween, no insistas:
los Goliardos, cantando a los placeres,
al vino, a Satanás, a las mujeres
no eran precisamente unos machistas.

Ni los sopistas eran reaccionarios,
ni imitaban los modos extranjeros
como haces tú; pues que eran lisonjeros
que camelaban hasta en los seminarios.

Ya andando el Diecinueve, el estudiante
que entraba a formar parte de una tuna
tenía que demostrar, una por una,
de cualquier situación salir triunfante.

Y en la España franquista (la que había),
si eras tuno, quizás eso te hiciera
mil normas sortear, sin que te abriera
un expediente letal la Policía.

Y ahora tú vienes, niño halloweeano,
a corregirme la plana y a insultarme?
Tengo que permitirlo? He de envainarme
la espada? He de callar, parar la mano?

Porque vamos vestidos de esta guisa
(reflejo fiel de decadencia hispana)
tenemos que sufrir de mala gana
tu inoperancia histórica y tu risa?

Niño halloweenés, calabacino
yankificado, aborto yankiforme:
que esto no es un disfraz; que es uniforme
de un soldado de Baco, un libertino!

Llevamos ya mil años canturreando
para poder beber, comer lechuga;
si acaso, un muslo; o si hay Dios, pechuga…
Y ahora nos andan tontos insultando?

Niño de Halloween, dime: en qué descollas?
Cuál es la gracia que tiene tu ombligo?
Ah, que no tienes? Sabes qué te digo?
Gilipollas. Gilipollas... Gilipollas!

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