Primitivo paso de misterio de la Hermandad del Calvario de Sevilla, estrenado en 1888, cuando aún residía en la iglesia de San Ildefonso
Antigua imagen de Mª Magdalena de la Hermandad del Calvario de Sevilla, hoy en la Hermandad de la Esperanza de Huelva
En la magnífica exposición que organizó la Hermandad del Calvario en el Ayuntamiento Hispalense, con motivo del 400 Aniversario de la hechura de su Cristo, pudimos contemplar, además de elementos del ajuar corporativo y documentos excepcionales de la historia corporativa y de la vida de Fco. de Ocampo, una buena selección de fotografías del devenir histórico del paso paso del Crucificado, desde su salida configurando un misterio, hasta la actual donde es procesionado solo en el soberbio paso que diseñase Maese Farfán.
En 1886 la Hermandad del Calvario, tras su fundación, aprueba la construcción de un misterio, precisamente basado en la advocación del Cristo, el Calvario, compuesto por las imágenes del Crucificado de Ocampo, la Virgen de la Presentación obra de Juan de Astorga, y las imágenes secundarias de San Juan Evangelista, la Magdalena, María de Cleofás y María de Salomé. Estas tres últimas imágenes eran obra del escultor Ángel Álvarez, discípulo de Manuel Gutiérrez Reyes y Cano. Este misterio, estrenado el Miércoles Santo de 1888 se mantuvo en uso hasta el año 1892. Ya en 1895 figuraría el Cristo del Calvario solo en un paso, mientras que la Virgen de la Presentación estrenó su paso de palio, yendo acompañada por la imagen de San Juan.
La efigie que nos ocupa, adquirida en fecha indeterminada por la Hermandad de la Esperanza de Huelva para que procesionase a los pies del Cristo de la Expiración, es una imagen de candelero que fue tallada en el año 1870 por el referido imaginero Ángel Álvarez, un escultor de segundo orden, el cual estará muy influenciado por la estética de su maestro, Manuel Gutiérrez Reyes y Cano, presentando estilísticamente los rasgos propio del eclecticismo imperante en la escultura sacra sevillana de la segunda mitad del siglo XIX.
Es una talla, de candelero para vestir, que presenta la conjunción de las tres tendencias escultóricas imperantes en la centuria decimonónica: romanticismo, clasicismo y barroco. Lo primero se manifiesta en la idealizada dulzura del simulacro; lo segundo, en la elegancia de su modelado, y lo tercero en la composición general de la figura, que aparece arrodillada y con las manos entrelazadas, en actitud orante, dirigiendo su apenada mirada a la figura de Cristo Crucificado, antes al Cristo del Calvario y ahora al Cristo de la Expiración de Huelva. Como elementos postizos lleva larga cabellera de pelo natural, pestañas del mismo material en los párpados superiores y varias lágrimas de cristal que resbalan por sus carnosas mejillas.
En una restauración de la imagen, se descubrió su autoría junto a una curiosa leyenda que decía lo siguiente: “Yo os digo: que soy María Magdalena de Nuestro Señor Jesucristo y que mi padre es el Santísimo Cristo del Calvario, que se venera desde el siglo XVI en la parroquial de San Ildefonso de la ciudad de Sevilla, y yo os pido alma, que me llevéis al lado de dicha sacratísima imagen, pues vine al mundo por encargo de la piadosa hermandad de este nombre, para adorarle al pie de la Santísima Cruz ; en compañía de Nuestra Señora de la Presentación , San Juan Evangelista y las Marías, Salomé y Cleofás” . La última restauración corrió a cargo del pintor e imaginero onubense Mario Ignacio Moya Carrasco, quien intervino en su policromía.
(Datos y fotografía reciente tomados de la Web de la Hermandad de la Esperanza de Huelva; fotografía antigua de Sevillaenblancoynegro.blogspot.com)
La efigie que nos ocupa, adquirida en fecha indeterminada por la Hermandad de la Esperanza de Huelva para que procesionase a los pies del Cristo de la Expiración, es una imagen de candelero que fue tallada en el año 1870 por el referido imaginero Ángel Álvarez, un escultor de segundo orden, el cual estará muy influenciado por la estética de su maestro, Manuel Gutiérrez Reyes y Cano, presentando estilísticamente los rasgos propio del eclecticismo imperante en la escultura sacra sevillana de la segunda mitad del siglo XIX.
Es una talla, de candelero para vestir, que presenta la conjunción de las tres tendencias escultóricas imperantes en la centuria decimonónica: romanticismo, clasicismo y barroco. Lo primero se manifiesta en la idealizada dulzura del simulacro; lo segundo, en la elegancia de su modelado, y lo tercero en la composición general de la figura, que aparece arrodillada y con las manos entrelazadas, en actitud orante, dirigiendo su apenada mirada a la figura de Cristo Crucificado, antes al Cristo del Calvario y ahora al Cristo de la Expiración de Huelva. Como elementos postizos lleva larga cabellera de pelo natural, pestañas del mismo material en los párpados superiores y varias lágrimas de cristal que resbalan por sus carnosas mejillas.
En una restauración de la imagen, se descubrió su autoría junto a una curiosa leyenda que decía lo siguiente: “Yo os digo: que soy María Magdalena de Nuestro Señor Jesucristo y que mi padre es el Santísimo Cristo del Calvario, que se venera desde el siglo XVI en la parroquial de San Ildefonso de la ciudad de Sevilla, y yo os pido alma, que me llevéis al lado de dicha sacratísima imagen, pues vine al mundo por encargo de la piadosa hermandad de este nombre, para adorarle al pie de la Santísima Cruz ; en compañía de Nuestra Señora de la Presentación , San Juan Evangelista y las Marías, Salomé y Cleofás” . La última restauración corrió a cargo del pintor e imaginero onubense Mario Ignacio Moya Carrasco, quien intervino en su policromía.
(Datos y fotografía reciente tomados de la Web de la Hermandad de la Esperanza de Huelva; fotografía antigua de Sevillaenblancoynegro.blogspot.com)
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