domingo, 15 de enero de 2012

INJUSTA SENTENCIA PARA MARTA


Hoy parece que la advocación de mi Cristo tiene más verdad que nunca. "De la injusta Sentencia de muerte que dió Pilatos contra Nuestro Señor Jesucristo" es como era llamada mi Hermandad de la Macarena en las centurias pasadas, según recoge el conocido libro de José Bermejo y Carballo. Dicen las bienaventuranzas, recogidas en la Biblia, "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados" (Versículo 6) y "Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos" (Versículo 10). También en las Sagradas Escrituras se habla "del ojo por ojo" que practicaba el pueblo judío. Y viendo la sentencia del execrable crimen que Miguel Carcaño y sus panda de amigos perpetraron contra Marta del Castillo me pregunto si acaso aquella Ley del Talión del pueblo judío no sería la más justa de todas. Algún tibio sacerdote le habrá dicho, por activa y por pasiva, a esta familia que confiaran en la Justicia de Dios, mismo argumento usado por jueces, fiscales y abogados. Y ahora yo me pregunto, ¿quién los resarcirá ante tanto dolor, ante tanto sufrimiento?

Ya dijo Pedro Pacheco, ex-alcalde de Jerez de la Frontera, que la Justicia en España es un cachondeo. La sentencia que el viernes conocimos del caso Marta del Castillo no hace más que confirmárnoslo. Visto lo visto, ¡qué barato sale matar y asesinar en España! Me repugnan las tripas ver a este asesino en el televisor, con carita de no haber roto un plato en su vida, y al chulo-puta de su amigo, como si fuesen estrellas mediáticas. Todo mi apoyo y mi solidaridad para la familia del Castillo. Para José Antonio, el abuelo, por su incansable Esperanza en hallar los restos de su nieta y darle, paradojas del destino, cristiana sepultura. Para su tío, Javier, por poner algo de mesura en todo este disloque. Para Antonio, el padre, por no perder jamás la cordura; yo no soy padre, pero le pasa a alguno de los míos, y no estoy tan seguro que no cogiese una estaca y se la partiese en lo alto de la mollera a uno de estos niñatos. Pero sobre todo, para Eva, quien destrozada llora, como la Soledad de San Lorenzo ante la Cruz desnuda, la injusticia de esta sentencia condenatoria.

No sigo.... solo sapos y culebras podrían salir contra esta partida de hijos de mala madre que llevan tres años riéndose de todos, causando honda indignación entre la sociedad sevillana y hundiendo en la miseria a una familia que hoy sería feliz si tuviesen a su lado a su querida Marta. Les dejo con el magnífico artículo que el pasado viernes publicaba Antonio García Barbeito, la voz sincera emanada del campo sevillano, en ABC de Sevilla, donde hace referencia a esta indignación que todos sentimos. Una vez más, todos somos Marta del Castillo.

"Estaba tan fría como ahora el agua del río, y más fría que el agua, la sangre de aquellos que todo lo planearon con mente de carámbano. Es tanta la niebla, que ni siquiera saben cuántos fueron, aunque sepamos ahora que será solo uno el que se quede entre rejas. Saldrá pronto, no se preocupen. Las rebajas en estos casos no son de temporada, duran siempre. Y cuando menos lo esperemos, Carcaño se cruzará con usted por la calle y usted dirá “¿de qué me suena esa cara?”

Se fueron. Todos, incluso Carcaño. Que a irse suenan esos veinte (ya serán menos) años que le han caído por no decir más que cogió un cenicero y golpeó sin querer. Los otros, a la calle. Aire, aire… Por más que suponemos que todos tienen algo que callaron, que callan; un silencio muy bien estudiado para que no pase nada, tranquilos, muchachos, que de esta salimos. Tres años para esto. Tres años aguantando que la frialdad haga lo que le venga en gana, que lo mismo diga por aquí, que fue aquel, que por allí, que si yo estaba pero no estaba, que si yo fui pero no fui, que si me llamaron, que si estaba durmiendo, que si estaba de copas… Tres años matando otra vez a Marta del Castillo todos los días, matándola en ella y sobre todo en su familia. Sin piedad, sin que a ninguno le haya hecho la más mínima mella cómo el no saber iba golpeando todos los días, a todas las horas, a su familia. Chulitos imberbes que pasaban para el banquillo como sobrados gladiadores que fueran a pelear a la arena del circo contra leones. Todos sabían, al principio; ahora ninguno sabe. Hubo voces que se implicaron en el crimen, pero les bastó desdecirse, echarle la culpa a la Policía –que si zamarreones, que si amenazas- para decir que lo que declararon fue bajo coacción. Y se han reído de todos, de todos, como riéndose estarán ahora, al conocer que se van de rositas y Miguel, “El Migue”, ese glaciar, estará en la cárcel veinte años que serán diecisiete, diecisiete que serán diez…Ya veremos. A Carcaño, veinte años; a la familia de Marta, la cadena perpetua de la pena. Los años de cárcel a Miguel incluso podrían parecer apropiados, si al menos hubiese pormenorizado el crimen, hubiese colaborado para esclarecerlo; pero hablamos de un tipo que, solo o acompañado, no ha hecho más que lavar huellas y señalar sitios equivocados, para ganar tiempo. Los otros, los que se van del todo, no sé qué grado de implicación o cercanía tienen, pero la impresión que han dejado en sus declaraciones ha demostrado tal frialdad, que si se bañaran de madrugada en el Guadalquivir, helarían el agua.
"

(Texto artículo by Antonio García Barbeito para ABC de Sevilla)

1 comentario:

  1. Me uno a tus palabras, bonitas y duras a la vez, además de la pena incurable e inconsolable de lo que han perdido y nadie jamás podrá devolverles, se une la indignación de esta injusticia. Malditos sean estos mal nacidos y malditos sean también los que no quieren ser justos. MI SOLIDARIDAD CON LA FAMILIA DE MARTA.

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