Ha sido una de las noticias más comentadas en las últimas semanas. La Virgen de la Esperanza será retirada del culto tras la próxima Semana Santa para someterla a unas pequeñas labores de conservación por parte de su "médico de cabecera", el profesor Francisco Arquillo, quien ya la restaurase allá por 1978.
No me preocupa esta restauración, es más confío en la labor restauradora de este señor al que tuve la suerte de disfrutar como profesor durante mi carrera, al cursar con él la asignatura "Iniciación a la Conservación y a la Restauración" que impartía en la Facultad de BB. AA. En las clases de aquella asignatura, que habría de calificar de magistrales, pude conocer como había sido la labor restauradora realizada sobre imágenes de gran devoción, como la Esperanza Macarena, la Virgen de los Reyes o el Cristo de Vera-Cruz, y obras de gran envergadura, como el camarín de la Pastora de Cantillana o el Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla.
Recuerdo, cuando nos comentaba la labor desarrollada sobre la Virgen de los Reyes, que se había optado por no reintegrar las pérdidas o lagunas que nuestra Excelsa Patrona presenta en sus manos para que no se perdiese la huella histórica con la que dicha imagen ha sido siempre conocida. Dicho de otra forma, no se reintegraron las lagunas que en las manos habían producido las muestras de devoción y afecto hacia nuestra Patrona desde el s. XII a la actualidad.
Acordándome ahora de aquello, y siendo consciente de que una de las intervenciones que se realizarán sobre la Esperanza Macarena irán encaminadas a paliar y devolver a sus benditas manos el brillo que perdieron por tanta devoción acumulada, me pregunto si acaso no debiesen dejarse como están.
Cierto es que sus manos presentan hoy "llagas", faltas de policromía, de preparación, llegando en ocasiones a intuirse el veteado de la madera con la que fue concebida, pero esas lagunas son algo más que simples "llagas". En cada una de esas "llagas" hay un ruego, un beso, una mirada, una nostalgia, unas gracias, un te quiero, un quizás, una última esperanza depositada sobre sus manos en cada uno de los besos que su barrio, que sus vecinos, que sus devotos y hermanos depositan cada 18 de diciembre, desde aquel lejano 1925 en el que tuvieron la feliz y visionaria idea de exponerla en Besamanos.
Decía una antigua leyenda sevillana que la Virgen de la Esperanza había llegado a la Hermandad de la Macarena desde el Hospital de las Cinco Llagas, tras ser permutada por un reloj. Sea o no cierta esta leyenda, lo que es claro es que Ella ha sido siempre la Esperanza de los más necesitados, del pobre, del hambriento, del parado, del enfermo que agoniza en un hospital, de la madre estéril que añora sentir latir un corazón en su vientre o del que solo aspira en su vida a calmar su sed de justicia.
En sus manos, ahora ajadas, veo reflejadas las manos de los míos, de los que se fueron, como mi abuelo José, como mi tío Pepe o mi abuela Gracia y de los que algún día partirán para encontrarse frente a frente ante Ella.
Quizás por estas cosas, tal vez no sería mala idea dejar a la Esperanza con sus "llagas"....
(Foto by grupo de Facebook M.ª Stma. de la Esperanza Macarena)
no te falta razon en lo que expones, pero a este paso un dia se queda sin manos del desgaste. mejor volver a reponer y que comience otro periodo de desgaste no?
ResponderEliminarseguramente sabras la gran polemica que surgio en el pasado cuando se reintegro el desconchon de la cara de la virgen de los reyes, por consejo de bandaran.
Precisamente a tí te creía más alto de miras. Obviamente hablo desde una alegoría pasional, por devoción a la Esperanza. Consciente soy de que son muy correctas y adecuadas las intervenciones puntuales que van a realizarse.
ResponderEliminarEsto no tiene nada que ver con lo de la Virgen de los Reyes, la cual fue repintada a principios del s.XX por José Ordóñez por expreso deseo del Canónigo José Sebastián y Bandarán quien le hizo tal encargo abusando de su condición de Capellán Real.
Aquello causó honda polémica en la época porque los sevillanos que acudieron al Besamanos apreciaron que "algo" había sucedido con el rostro y las manos de la Virgen y ante el revuelo causado tuvo que entonar el "mea culpa", lo cual le costó una severa reprimenda por parte del Arzobispo y el Cabildo Catedral.
Extraño personaje era Sebastián y Bandarán, que poco hizo por las cofradías y mucho se sirvió de ellas, aunque eso es harina de otro costal y nada me place hablar de ello.
Solo te diré que llegó a la Macarena para presidir una gestora, y a los tres año era más antiguo en la nómina de hermanos que muchos vecinos que habían ingresado en la cofradía siendo niños, entre ellos mi abuelo Pepe. Con eso ya está todo dicho....