Las dos fotografías que acompañan esta entrada son del blog amigo "Los que rezan con los pies" (http://losquerezanconlospies.blogspot.com/). Al verlas un vuelco ha dado mi corazón, pues han venido a mi mente recuerdos de mi infancia, recuerdos que parece que fueron ayer cuando los viví.
El protagonista de las instantáneas es el pequeño José Ángel, primo de Antonio Gómez (Aguaó), el cual ya va sintiendo en sus genes el "gusanillo" del costal y la faja, de sentirse los pies de Dios y de su Bendita Madre, que seguro habrá aprendido de los suyos.
Recuerdo ahora como yo, cuando tendría su edad, también paseaba por el pasillo de mi casa una pequeña silla de enea que mis padres me compraron, pidiendo que me alzasen al cielo o me parasen. O el mismo pasillo que otra veces recorría con improvisados pasos realizados con una gran caja de cartón, cuatro velas de cumpleaños en las esquinas y, hora una Virgen de Fátima cubierta con un trapo que hacía las veces de manto, hora con una foto del Sentencia o de la Macarena, pegada al centro con plastilina.
Siendo estos mis juegos de infancia, no debió extrañarles a mis padres que de mayor quisiese ser costalero y que con 18 años me enrolase en las trabajaderas del paso del Duelo de la Hermandad del Santo Entierro, con mi buenos amigos David Ruiz y Alfredo Martínez.
Recuerdos, retazos de mi infancia que estas entrañables fotografías me han devuelvo y que vienen a reafirmarme que mientras en nuestra tierra un niño sueñe con ser costalero, con que los Reyes Magos le regalen un costal y una faja, jamás se acabará esta bendita locura, este bendito veneno que es ser y sentirse costalero.
que arte más grande...
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