miércoles, 28 de septiembre de 2011

D. PEDRO YBARRA, EJEMPLO DE SACERDOTE

El Rvdo. P. Eduardo Martíns Clemens y el Rvdo. P. D. Pedro Ybarra Hidalgo flanquean a Monseñor Asenjo, en la función celebrada el pasado 14 de septiembre. Tras ellos aparece el Rvdo. P. Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp

Cuando lo leí en la prensa no podía creerlo, pero que duda cabe que nadie en la vida es imprescindible y que nuestro paso por la vida terrenal es pasajera.

El pasado 14 de septiembre, festividad de la Santa Cruz, se procedía al relevo en la dirección pastoral de la Parroquia de Santa Cruz. El Rvdo. Eduardo Martín Clemens será el nuevo párroco en sustitución del Rvdo. Pedro Ybarra Hidalgo, mi querido D. Pedro.

En los tiempos actuales que corren, cuando cada vez vemos como son más frecuentes los casos de sacerdotes que no cumplen con la labor que libremente asumieron y escogieron, cuando son muchos los pastores que no "pastorean" a su grey, más preocupados de sus buenos sueldos como profesor de instituto de religión, latín o griego, o de amasar una ingente fortuna en patrimonio inmobiliario -¿verdad Alfonso?- que de cubrir las necesidades espirituales de su rebaño, reconforta haber conocido y tratado a un sacerdote de la valía humana de D. Pedro.

Llegaba D. Pedro a una parroquia de Santa Cruz con muchos lastres encima, mal acondicionada, en un estado de conservación poco óptimo, con una feligresía muy envejecida y con la dura tarea de hacer olvidar el "legado" de su antecesor en el cargo, el muy querido y recordado D. Juan Lemus, párroco durante más de 30 años de dicho templo. Y a base de tesón y entrega, fue consiguiendo ganarse las simpatías de sus convecinos, pese a su más que evidente despiste, que creo que lo acompañará hasta el final de sus días.

Es el sacerdocio de D. Pedro un ejercicio de responsabilidad con su vocación. Perteneciente a una de las familias más respetadas de la sociedad sevillana (no en vano un antepasado suyo fue uno de los artífices de la creación de la Feria de Sevilla) su vocación sacerdotal fue tardía. Más "tuerceletras" que buen estudiante, inició los mismos en el colegio jesuita de Villasís, pasando posteriormente al colegio de la calle Pajaritos, donde la Compañía de Jesús trasladó el mismo, tras serle arrebatado el anterior edificio por el gobierno de la II República. En este mismo colegio de la calle Pajaritos es donde su hermano Eduardo, junto con la familia Álvarez Ossorio, se encargaría de darle inicio a lo que hoy es la Hermandad del Sol.

Culminado el bachiller, cursó estudios de leyes en la Universidad de Sevilla, donde se licenció en Derecho. Empezó a trabajar como abogado pero un hecho fortuito cambiaría su vida para siempre, como fue el tener que ejecutar una orden de desahucio contra una familia que quedaba en la calle, más pobre que las ratas. Entendió entonces que él no había estudiado derecho para estos menesteres, decidiendo encauzar sus pasos en ayudar a los demás. Primero pensó en hacerse médico, pero reflexionando en que la medicina no curaba los dolores del alma, decidió ordenarse sacerdote.

Ese compromiso con el sacerdocio, al que hacíamos referencia, le llevará a renunciar a su patrimonio familiar en pos de los más necesitados, sin hacer por ello ningún tipo de alarde. Fue la perfecta plasmación de la realidad evangélica: "porque tuve sed y me diste de beber, porque tuve hambre y me distes de comer, porque estuve desnudo y me vestistes".

Tras su ordenación, fue asumiendo los diferentes destinos que la Diócesis le encargaba, ya párroco en Bellavista, dónde aún guardan gran recuerdo de su labor, ya director del Seminario Diocesano. En 1985 llegaba a la Parroquia de Santa Cruz como coadjutor de D. Juan Lemus, el cual ya por aquellos años andaba bastante mermado por los achaques de su enfermedad.

En sus primeros años de párroco se preocupó de dotar de vida a la parroquia, recuperando los grupos de catequésis de comunión, postcomunión y confirmación o creando una misa participativa para los niños, que cada domingo a las 11 de la mañana cantaba un animoso coro parroquial, adaptando sus predicaciones para que todos, sobre todos los más pequeños, entendieran el mensaje contenido en los Evangelios. Así, aún recuerdo su "adaptación" de la parábola de los panes y los peces, donde los panes fueron sustituidos por bocadillos de chorizo, pero que todos entendimos a la perfección, pese a ser unos críos.

Fue, por decirlo de algún modo, un "pedagogo espiritual", capaz de hacernos vivir nuestra Fe como algo natural. ¿Quién no recuerda aquel nacimiento que montaba sobre el presbiterio, donde todos los niños participábamos en su realización aportando un pequeña figura de una oveja? Cada oveja representaba nuestra alma y en función de nuestras buenas o malas acciones semanales avanzaba o retrocedía en su encuentro con el Niño Dios contenido en el pesebre. ¿Hay una alegoría más hermosa y cierta?

En esos años, mi hermano Pepo y yo solíamos desempeñar funciones de monaguillo en la parroquia, familiarizándonos con los usos de la liturgia y ayudándonos a vencer nuestros miedos, invitándonos a leer en la misa las lecturas, peticiones, ofrendas o moniciones.

Gran amante del arte, se preocupó de que la casa de Dios estuviese en perfecto estado de revista. Acondicionó las maltrechas dependencias parroquiales para dotarlas de vida, luchó con las instituciones para que las cubiertas del templo fuesen restauradas, enlució muros y paredes, además de restaurar el magnífico órgano parroquial (obra del reputado Maestro Calvete) y las imágenes de San Joaquín, Santo Domingo de Guzmán, el Arcángel San Miguel, San Francisco Caracciolo, San Eloy, los retablos de la Inmaculada y Santa Ana y la Virgen Niña, o la reforma del retablo de Santa Bárbara, colocando incluso junto a cada uno de los altares una pequeña cartela con la autoría de los mismos.

Sacerdote muy comprometido con los problemas actuales que acucian a la sociedad, no desatendió las necesidades espirituales de otros colectivos, como divorciados, alcohólicos, matrimonios o adultos. Ese compromiso le llevará a refundar y reactivar la casi perdida Escuela de Cristo, institución cuyo edificio está parejo a la Parroquia de Santa Cruz, pero de la que poco o nada se sabía.

Cofrade desde su más tierna infancia, como todos los Ybarra pertenece a la Hermandad del Silencio, sintiendo una gran devoción por Jesús Nazareno, habiendo sido además Director Espiritual de su propia hermandad, de la Hermandad del Cachorro y de la Hermandad de Santa Cruz, además de haber predicado en multitud de cultos de diversas hermandades y cofradías. Y por su condición de cofrade, era el primero en ser crítico con las Hermandades, cuando en algo fallaban, y defensor a ultranza de sus muchas virtudes, no entendiendo como otros compañeros de profesión no aprovechaban esa gran carga de espiritualidad.

Bueno, en el sentido literal de la palabra, su tipo físico resultaba "quijotesco", como el ilustre hidalgo que Cervantes creara -quizás como paradigma de que su segundo apellido es Hidalgo-, enjuto de carnes, pelo tornado canas, voz grave y una gran nariz como principal rasgo identificatorio de su rostro.

Humilde hasta el extremo, jamás aceptó de buen grado los reconocimientos y distinciones tributados a su persona. Así, asumió, casi a regañadientes, su nombramiento como Canónigo de la S.M.I. Catedral de Sevilla o su elevación al Arciprestazgo de la zona centro.

Hoy, cuando ya jubilado como párroco, -aunque seguirá ocupando la Vicaría de la Parroquia de Santa Cruz-, podrá descansar algo de lo mucho trabajado, sigue siendo un ejemplo para aquel monaguillo que lo conoció con siete u ocho años y que supo ver en él un ejemplo de pastor y sacerdote. Pierde la Iglesia de Sevilla un gran párroco, pero todos hemos ganado un sacerdote ejemplar, espejo en el que seguro que Cristo se ve reflejado.

(Foto by ABC de Sevilla)

1 comentario:

  1. Fui monaguillo en el año 1977 con Pedro, asi es como quería que le llamásemos,en la parroquie del corazón de jesus en bellavista y aumno suyo de catequesis esclar y para mi ha sido el mentor de mi vida, encauzandola objetivamente a ayudar y participar en actividades para con los demás, siempre de corazón, desde aquí un fuerte abrazo Pedro amigo mio, que poco me recordaras, pero yo a ti te llevo siempre en mis pensamientos, y cada vez que colaboro en alguna actividad, eres tu quien me empuja a ello, Gracias

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