miércoles, 3 de agosto de 2011

MUERTE, ¿CUAL ES TU VICTORIA?


Llevas meses coqueteando entre los míos, sesgando con tu cruel guadaña la vida de muchos seres queridos, primero la madre de Javi, ahora el padre de Antonio. ¡¡Y pensar que yo siempre te defendí porque fui tu costalero..!!

Con tu sonrisa irónica y burlona pensabas que derrotabas a la vida, pero la vida te devolvió toda tu maldad, venciéndote con una simple Cruz. Y ahora, apesadumbrada, con tu fría calavera apoyada sobre las largas falanges de tus dedos, recorres cada Sábado Santo las calles de Sevilla, entre el desprecio y la mofa del respetable.

Quizás por todo ello pensastes que ganabas hace unos días una nueva batalla. Mentira. Él, Antonio padre, está de nuevo ante la presencia del Altísimo, al que tantas veces se encomendó, ya en el Sagrario, ya en la soledad de sus pensamientos, ya desde el fondo de su corazón. Y tal como dijese su tocayo y poeta, Antonio Machado, lo ha hecho "ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar", de esa mar que él tanto quiso a través de su querida Sanlúcar de Barrameda.

Quizás porque Antonio, tu hijo y mi amigo, lo intuía, vistió con la mayor de las blancuras la perfecta belleza de las Tristezas. Y es que de blanco, como un espíritu puro, debemos ir al encuentro con el Altísimo, con la salvedad de que aquí, en Sevilla, -la eterna tierra de María Santísima-, hacemos este transito de la mano de su Madre, la que fue primer Sagrario de la historia, la que supo de los Dolores, pues no en vano, hasta siete veces, traspasaran su corazón puñales de dolor.

Hoy, cuando la derrota nos devuelve la Esperanza segura de la Resurrección, cuando sabemos que en María no se agotará la fuente de generosidad y entrega, quiero preguntarte a la cara: Muerte, ¿cual es tu victoria?

-A la memoria de D. Antonio Bejarano; porque tu alma ya forma parte eternamente del redil eucarístico de la Divina Pastora, a la que tu hijo profesa profunda devoción-

(Foto by Manuel Jesús Rodríguez Rechi)

1 comentario:

  1. ¡Qué cobarde eres, muerte,
    que siempre vienes de puntillas
    y fingiendo estar callada!

    Tú, que siempre apareces,
    no soportas la derrota.

    Nunca te das por vencida:
    tu herida eterna es el amor,
    que por más que asedias,
    ni con ausencias puedes derribar.

    Tu derrota no es de suero
    dolor, instante, aguja,
    accidente, hospital, tortura,
    dolor y exterminio total.

    Te ha vencido la Sangre Preciosa
    Que alumbra y limpia la sombra original:
    ese manar de la vida por encima de la natura
    que nos pone al fenecer
    abriendo la puerta de plata
    del infinto Sagrario
    donde sólo cabe
    la Verdad,
    la Vida,
    la Belleza
    y el Amor.

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