Ya no me sorprende, pues son muchos años en el oficio, trabajando de manera callada y pausada, hasta convertirse en la realidad que es hoy como bordador. Conocí a Mariano Martín Santoja cuando ambos éramos unos críos al ser vecinos, en la procesión de San José Obrero, el patrón de nuestro barrio, donde participaba como acólito. Él entonces, aficionado a las manualidades, realizaba en su casa pequeñas imágenes de Virgen de candelero, a las que luego confeccionaba la ropa. Y ya por entonces empezaba a despuntar como vestidor.
Con los años compartiríamos instituto, sueños cofrades y conocería sus inicios como bordador, primero en el taller que Carlos Bayarri montó en la Hermandad del Calvario, luego perfeccionando su técnica visitando, casi a diario, el taller del Convento de Santa Isabel, hasta montar un pequeño obrador en su propia casa. A base de mucho sacrificio, esfuerzo y de confundirse y estropear materiales para volver a empezar de cero, fueron llegando las primeras obras, algunas sayas de recorte para su Virgen de Regla y la Virgen de los Dolores del barrio, el simpecado de la Esperanza de La Redondela, o las sayas que en el escaparate de Mundo Cofrade y en MUNARCO iba exponiendo paulatinamente, que le permitieron entrar en contacto con cofradías de lugares tan dispares como Vinaroz o Mataró.
De la salita de la calle Venecia a la calle Gallos, antigua casa-patio de su abuela, y de allí a la calle Socorro, a su local-taller adquirido con mucho esfuerzo y trabajo. Y en todo este tiempo transcurrido, más de quince años, sobresalen la ayuda prestada por sus dos fieles colaboradoras, su madre, la cual, pese a no poder, le fue forrando y confeccionando las primeras obras realizadas, y su inseparable Poli, quizás su mano derecha, quien ha sabido marcar el ritmo del taller cuando el amigo Mariano por algo se ausentaba.
Muchos años, muchos sufrimientos, muchos sinsabores incluso de los más cercanos, muchos los contratos robados por bordadores consagrados con precios a la baja, las primeras alegrías, las primeras obras (aquellas dalmáticas para San Benito, las sayas de Regla y la Encarnación, la cotilla de Subterráneo, etc.). Muchos éxitos y algunos fracasos, pues la vida se resume en caernos para volver a levantarnos, compartidos en torno a una sana amistad.
El pasado Lunes de Cuaresma, 14 de marzo, el Cristo del Soberano Poder ante Caifás, el Cristo del Barrio de León y del Tardón, se plantaba con su poderosa zancada en la Catedral, afirmando aquello que ya dijo al mismísimo sátrapa: "EGO SUM" ("Yo soy"). Lo hacía impolublemente vestido, tocado por nuevas potencias de Marmolejo y con la nueva túnica, de estilo neomudéjar, que en tiempo récor le había confeccionado mi amigo Mariano, sobre diseño de Fco. Javier Sánchez de los Reyes.
Ahora Sevilla alaba su calidad y su originalidad, como lo hicieron en septiembre cuando fue presentado el manto de coronación de la Virgen de Regla. Los que somos tus amigos desde la infancia, los que hemos visto tu evolución, los que hemos compartido las amarguras de la injusticias cometidas con tu persona, nos alegramos doblemente por tu triunfo. Solo el tiempo quita y da razones y ahora, querido amigo, tú las llevas.
Y pensar que por el Sagrario y por San Agustín pudieron disfrutar de tu arte y la ofuscación de unos y la cabezonería de otros lo impidieron...
(Foto by Pasión en Sevilla, Arte Sacro & Pepelu Martínez)
Estoy contigo Rafa, para mi gusto, espléndido el diseño de mi tocayo, sin salirse de la ortodoxia ofrece algo con un punto diferente... y Mariano a sabido leerlo de manera excepcional... gran trabajo, gran bordado... Javier Parrado
ResponderEliminarMás razón que un santo Rafael, más razón que un santo, pero no todo está perdido... sigo soñando con una saya blanca de tisú para mi Virgen del Rosario Bordada por Mariano...
ResponderEliminarJavier, también me alegro de mantener el contacto contigo a través de este medio; ya sabes que esta es tu casa para lo que necesites. Un abrazo
ResponderEliminarAgus, lucharemos, lucharemos, que los dos anhelamos el mismo deseo. Al final se conseguirá, como el dorado, como las cartelas, pero eso será solo cuando Ella quiera. Un abrazo
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