He recibido esta noticia como el cuento del cántaro, que de tanto ir a la fuente ha terminado por romperse. Tantos años de rumores y cuchicheos han terminado por confirmar la noticia: esta Madrugá será tu última Madrugá al frente del águila que tenemos por martillo en el paso del Señor de la Sentencia.
Muchos lloran, -con lágrimas falsas de cocodrilos-, tu marcha, cuando han sido más "júas" que los que van en lo alto del paso. Decía una chirigota de Cádiz el año pasado, en su estribillo: "¿qué pasa Juan?/que bien te veo Juan/adiós Juan/¿tesqui al carajo Juan?"; así se han comportado algunos contigo.
Ahora que ésta ya es segura, supongo que es el momento de reconocer tus méritos. Quizás no hayas sido el mejor capataz de Sevilla, ni el más técnico, ni el más ducho en el oficio, pero algo habrás hecho bien cuando Sevilla pasó de ir a ver a los armaos a esperar al Sentencia. Y que duda cabe que en las más de mil almas moradas que hoy acompañan al Señor en sus tramos de nazareno mucho ha tenido que ver tu labor al frente de su paso.
Quizás ahora deberían saber que jamás quisistes mandar otro paso que no fuera el del Sentencia, pese a otros ofrecimientos, que también los hubo, mientras que otros si que se postularon a ocupar tu puesto cuando tú aún lo desempeñabas. Cómo siempre decías, tan solo mandarías un paso que no fuese el Sentencia, el de su madre, la Virgen de la Esperanza, para volver otra vez al Señor. Y tu deseo se cumplió, mandaste a la Esperanza en septiembre, curiosamente con tu gente del Señor bajo las trabajaderas, para culminar tu ciclo de nuevo con el Sentencia.
Empecé a asistir a los ensayos del Señor de la Sentencia con 16 años, hoy tengo 33 y desde que mi memoria alcanza no he conocido otro capataz de mi Cristo. Ya no volveremos a escuchar más tu voz rajada, ya no habrá más frases míticas como "¡Maru, Maru, Maru!" o "¡Villalba, que te quito el zanco!". Mis sueños de infancia macarena se van diluyendo en las personas que conocí y que me enseñaron otra forma de entenderla. Contigo se van parte de mis recuerdos, como se fueron con Bruno, aquel mítico listero, o con Abelardo Barranco, o con Paco Rabanera o con el Mono vestío de armao.
Más de diez años de aspirante como costalero del Señor de la Sentencia no me han permitido cumplir mi sueño de sacar a mi Cristo a tus órdenes. Y es que para mí eres y has sido el mejor capataz de Sevilla por una sencilla razón, porque eras el capataz de mi Cristo.
Pero aunque te vayas, aunque ya no veamos más tu enjuta figura junto al paso, jamás te irás del todo porque siempre seguirás mandando al Sentencia en mi mente, en mi corazón y en mis recuerdos.
Un abrazo Miguel y gracias por quererlo tanto y por sabernos transmitir que se puede ser Macareno y del Sentencia. Como decía Luis León, al final no va ser tan difícil tener "un huevo verde y otro morao".
(Foto by Diario de Sevilla)
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