La fotografía que ven son mis abuelos, Gracia y Pepe, para más inri, mis padrinos de bautismo. Quizás podrían pensar ustedes, al ver la instantánea, que se trata de un matrimonio muy bien avenido, pero nada hay más lejos de la realidad, dado que eran consuegros, aunque, eso sí, muy bien avenidos.
El de la derecha es mi abuelo materno, José Millán Delgado Salvador, alfayate de la calle Mateos Gago, macareno de la calle Feria, de Tosantos y de su Virgen de la Esperanza, cirio verde en el palco ya del cielo y bético hasta la médula, además de reputado colombófilo (criador de palomas mensajeras de competición). Lo quise, que narices, lo quiero con locura, pese a que se me fuese al cielo cuando contaba con cinco años. Pero quedan en mi recuerdo muchas cosas, el "toro, torero y picador" con el que jugaba conmigo, el "Macarena, Macarena, Macarena..." asido a mi cuna, los trocitos de filete a escondidas de mi abuela Teresa, los picos mojados en vino, su bastón, su cara a medio afeitar, sus tirantes y sus camisetas de tirantas. Su impecable manera de vestir, chaqueta siempre, corbata, cuando la ocasión la requería. Y cariño y bondad a raudales.
La de la izquierda es mi abuela paterna, Gracia Rodríguez Buzón, que nada tiene que ver con el poeta y escritor ursaonense. Aunque nacida en Trigueros, provincia de Huelva, se sintió siempre de Carmona, ciudad en la que vivió la mayor parte de su vida, antes de venirse a vivir a Sevilla. Y parecía que su nombre sería un presagio, pues si Gracia se llama la Patrona de Carmona, ella era puda dulzura. Del Gran Poder y de su Virgen de Gracia, toda alegría, todo bondad, todo cariño, siempre estuvo ahí cuando la necesité. Sentíamos pasión mutua el uno por el otro. Como decía el niño del anuncio del maíz, a mi se me alegraba el ombliguillo con tan solo verla aparecer por la puerta. Siempre pendiente de todos, sin una mala cara a sus nietos, intentando poner siempre paz, servicial, lo que más le gustaba era estar con los suyos, a todo se adaptaba y todo le parecía bien. Con los años los papeles se tornaron, y de ser ella la que cuidaba de mí, yo pasé a cuidar de ella cuando la enfermedad le fue minando el conocimiento. Ni en aún así, dejó jamás de sonreir. Le cedí mi cuarto, mis besos, mis anhelos, por todo lo que ella me había dado. Por eso, a su fallecimiento, con catorce años recién cumplidos, lo tuve claro, quise volver a mi cuarto, donde ella paso sus últimos meses, porque sé que por allí anda pululando.
Hoy abría cumplido 100 años, pues vino a nacer un 20 de julio de 1910, cáncer para más señas. Se me fue mi "chata" como el agua del río que se lleva la corriente. Pero quedan los recuerdos y mucho cariño. De un nieto eternamente agradecido a sus dos abuelos. Os quiero, Rafa.
(Foto by Archivo Rafael Ríos Delgado)
La de la izquierda es mi abuela paterna, Gracia Rodríguez Buzón, que nada tiene que ver con el poeta y escritor ursaonense. Aunque nacida en Trigueros, provincia de Huelva, se sintió siempre de Carmona, ciudad en la que vivió la mayor parte de su vida, antes de venirse a vivir a Sevilla. Y parecía que su nombre sería un presagio, pues si Gracia se llama la Patrona de Carmona, ella era puda dulzura. Del Gran Poder y de su Virgen de Gracia, toda alegría, todo bondad, todo cariño, siempre estuvo ahí cuando la necesité. Sentíamos pasión mutua el uno por el otro. Como decía el niño del anuncio del maíz, a mi se me alegraba el ombliguillo con tan solo verla aparecer por la puerta. Siempre pendiente de todos, sin una mala cara a sus nietos, intentando poner siempre paz, servicial, lo que más le gustaba era estar con los suyos, a todo se adaptaba y todo le parecía bien. Con los años los papeles se tornaron, y de ser ella la que cuidaba de mí, yo pasé a cuidar de ella cuando la enfermedad le fue minando el conocimiento. Ni en aún así, dejó jamás de sonreir. Le cedí mi cuarto, mis besos, mis anhelos, por todo lo que ella me había dado. Por eso, a su fallecimiento, con catorce años recién cumplidos, lo tuve claro, quise volver a mi cuarto, donde ella paso sus últimos meses, porque sé que por allí anda pululando.
Hoy abría cumplido 100 años, pues vino a nacer un 20 de julio de 1910, cáncer para más señas. Se me fue mi "chata" como el agua del río que se lleva la corriente. Pero quedan los recuerdos y mucho cariño. De un nieto eternamente agradecido a sus dos abuelos. Os quiero, Rafa.
(Foto by Archivo Rafael Ríos Delgado)
no se puede decir mas solo Amén y que ellos te guarden y te protejan siempre así. Te quiero papa
ResponderEliminarMuy bonito Rafa, si señor, un abrazo muy muy grande en este día que seguro estarás pasando regular...
ResponderEliminarDesde el cielo estarán diciendo: "Ese es mi nieto..." muy orgullosos de ti, enhorabuena por haberlos podido disfrutar, un abrazo
ResponderEliminarFueron muy pocos los años los que pude pasar con el abuelo ya que yo era más pequeño, a parte, su ojito derecho desde siempre fuistes tú, yo apenas tengo imágenes del abuelo, pero si algunas, hoy vería cumplido su sueño que su nieto fuera macareno y de Tosantos. Con la abuela pude disfrutar de ella unos años más, jamás olvidaré las noches que pasaba subido en el poyete de la ventana de tu cuarto, agarrando su mano y bueno llegó el día que se nos fue y aquello fue un jarro de agua fría, cuando papá no se lo pensó ni un segundo y dijo que para morirse en su casa rodeado de su gente.
ResponderEliminarRafa tuvistes unos grandes padrinos y tuvimos unos grandes abuelos, quizás puedas entender porque yo le tengo tango cariño a la Virgen de Gracia y a la Virgen de la Esperanza. Por una vía o por otra nos han inculcado el cariño.
Que no te quepa duda que ellos siempre nos protegen y velarán por nosotros. Un beso Pepo
Cómo lo sabes querido amigo. Llevo todo el día con un nudo en la garganta que no se me pasa ni bebiendo agua. Un abrazo y gracias
ResponderEliminarPepo, ¡qué te voy a decir! Los dos sabemos lo que la queríamos, y lo mismo que yo era el ojito derecho de la abuela, tú lo eras de la tía Pepa, pero no por ello tuvimos jamás disputas. Creo que cada uno asumía su rol.
ResponderEliminarAhora recuerdo la de veces que hemos jugado en el piso de la calle Segura, saltando desde el pretil a la cama de los invitados, con los postizos y las pelucas, con la mesa del salón llena de comida y los cuatro primos por alli danzando o los montones de patatas fritas, los filetes aliñados con limón, las croquetas o a las albóndigas en amarillo.
Fueron años muy, muy felices, y con ello debemos quedarnos. Me río yo de los psicólogos que dicen que no es bueno que los niños estén en contacto de los abuelos. Pues anda que no añoro yo sus besos de retahíla o sus abrazos.
Un beso hermano y gracias. Rafa
¡¡Ole tú y to los tuyos miarma!! Los que hemos disfrutado de los abuelos tenemos una espedie de "estigma" de saber hacer y de cultura que no tienen otros que, desgraciadamente, no han podido disfrutar de ellos. Entiendo ts sentimeintos porque a mi los 17 de diciembre y los 2 de mayo tengo yo ese nudo del que dices, que se hace mas duro los 2 de febrero y tú sabes por qué.
ResponderEliminarDonde estén todos los que nos faltan sabes que guardan de nosotros.
Gracias Agus, es a tí a quien mejor comprendo, porque ellos llenaron, en parte, el gran vacío que nada puede cubrir.
ResponderEliminarPor eso me hace gracia que haya psicólogos que digan que no es bueno el contacto de los niños con los abuelos. ¡Te-qué-y-yá-al-carajo-hombre!
Yo tengo muy claro donde están todos ellos, en el palco del cielo disfrutando y velando por nosotros. Y mira, si su recuerdo nos hace ser mejores personas, bienvenidos sean.
Un abrazo y gracias.