Hoy por fin se inicia la esperada Cuaresma, cuarenta días para reflexionar y meditar como Aquel que humildemente nació en el portal de Belén, morirá en la Cruz por nosotros y que en Sevilla se llama Gran Poder.
Y con la seguridad de que Cristo, una vez más, Resucitará y se reirá abiertamente de la Canina del Santo Entierro, los cristianos, seamos o no cofrades, debemos de afrontar este tiempo de preparación siendo concientes de lo que celebramos, algo tan extraordinario como el Triunfo de la Vida sobre la Muerte.
Pero, ha diferencia de otras tierras, los sevillanos lo tenemos más fácil para intentar superar esta dura cuesta -que no es la del Bacalao, ni la del Rosario-, pues Cristo nos dejó a su Madre, para que a Ella nos acogiésemos cuando creamos que nuestros problemas no tiene solución. Por algo "Sevilla es la tierra de María Santísima".
Y quiero compartir con vosotros a mis dos Madres, para que os ayuden en todos los momentos del día o de la vida. Y como dice mi padre, en esta apócrifa letanía sevillana que siempre imboca:
"Vida y Dulzura, Esperanza Nuestra"
PECCATUM SUPER PECCATUM
ResponderEliminarComo por espinas de ceniza:
así queda herido el corazón.
Maltrecho en las desoladas
nocturnas avenidas que evitan
tener luz: lugares laterales
donde el mirar profundo
asesina la propia voluntad.
El dolor que separa el alma,
corona de afiladas ascuas
la esencia del latir del amor.
Y somos amor que se desangra,
por sí, por ser, por compasión,
por el electo camino a la nada,
que deja extenuado el adentro,
y heridas las manos, el pecho,
el andar... y los labios
inundados a acre sabor a hiel.
Sólo el soplo y ráfaga de aire
del sepulcro abandonado,
donde no cabrá ya más
la cegadora oscuridad
pútrida, abismal y corrupta,
-pues todo ha germinado en vida-,
es fuente y manantial perfecto,
donde el agua disuelve la ceniza
que desfiguró el ser.