sábado, 7 de noviembre de 2009

MI REINA


Mañana volverá a recorrer las calles de su barrio de la Feria. Es, junto con mi Virgen del Rosario y la Virgen de los Reyes, la trilogía perfecta de devociones letíficas sevillanas. Pero con mi Reina de Todos los Santos todo es distinto.

Supe de Ella porque mi abuelo, José Millán Delgado Salvador, fue inscrito en el cuadrante de hermanos al poco de nacer, lo mismo que hicieron en la Macarena. Cuando un triste mes de noviembre, de hace ya veintisiete años, él decidió subir al cielo a ocupar el palco de los justos, los hermanos de "Tosantos", como les gusta decir a ellos, le rogaron a mi familia porque el vínculo con la Reina de Todos los Santos no se perdiese. Pero, desgraciadamente, aquel ofrecimiento cayó en saco roto.

Por boca de mis padres, aprendí a conocerla y a entender el cariño y la devoción que mi abuelo le profesaba, hasta al punto de que, al regreso de la incruenta guerra incivil, volvió de nuevo a darse de alta como hermano, al haber perecido el archivo corporativo en el incendio intencionado de Omnium Sanctorum.

Recuerdos de mes de noviembre, de frío y abrigo, de cera de un cirial alojado en el bolsillo de una camisa que le cogí prestada a mi padre, de aquellas primeras fotografías realizadas en su Besamanos con la cámara que me regaló Mari Carmen o de conocer los datos de la historia corporativa a través del libro de Juan Martínez Alcalde.

Tuve también la suerte de verla visitar mi casa, cuando en aquellos años en que se procedía a la restauración de su templo procesionó desde la Basílica de la Macarena. Recuerdo con gran pena el primer año, cuando un fuerte aguacero La sorprendió por la calle Bécquer, y en el enfado de mi padre al ver como pronto afloraban los paraguas. Para él si la Virgen se mojaba, nos mojábamos todos. Así se lo inculcarón de pequeño y así nos lo ha transmitido a sus hijos. Fue ese año en el que sufrió un pequeño accidente al romperse el tirante central de la peana, causando un considerable bamboleo a la imagen de la Virgen.

Y recuerdo el gozo del segundo año, de la salida y entrada en la Basílica, tras recorrer buena parte de los barrios de la Feria y la Macarena, mientras Joaquina y Dolores repicaban con fuerza, pero sobre todo, Victoria, repicaba a gloria al tener en su casa a la Reina de Todos los Santos, la devoción de su hermano José.

Pequeños lazos sentimentales me fueron uniendo a Ella, (o tal vez, -seguro estoy de ello,- José desde el cielo se encargaba de hacer los nudos), hasta el punto de que en mi madurez, con mi primer sueldo como profesor, decidí inscribirme como hermano, para compartir el amor y la devoción por la Reina de Todos los Santos.

Desde entonces, en memoria de mi abuelo, un día de novena es aplicada por su alma. Veo en los ojos de mi madre Esperanza el brillo de mi abuelo cuando me sonreía. Y además tuve la dicha de que mi medalla de hermano me la regalase Pilar, la que está llamada a ser la mujer de mi vida.

¿Se puede pedir más? Sinceramente, no lo creo.

(Foto by Amargura y Silencio)

3 comentarios:

  1. precioso recuerdo vivo al de tu abuelo, y preciosas anécdotas y palabras que para cada uno de tus seres queridos sabes tener.

    muy bonito y muy emotivo , un beso amigo

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  2. emotivo el recuerdo presente a tu abuelo.. mucho.,
    y emotivo el buen hacer de haber sabido cultivar entre tus padres y demás esa devoción a "Tolosantos" :)

    precioso de verdad.

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  3. Tu abuelo estará muy orgulloso de ti, por el cariño y devoción que le tienes a su Reina.
    Yo desde aquí te doy la gracias por las vivencias que junto a ti tuve con Ella en aquella tarde casual que jamás se me olvidará, aún recuerdo la maravilla de porder acunar en mis brazos a ese pequeño Niño juguetón y ver cara a cara la belleza serena de esta Reina.
    Preciosa entrada.

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