jueves, 17 de noviembre de 2011

HASTA SIEMPRE MATI

Con mis amigos y hermanos Ángel Fernández Alonso y Luis Miguel Sánchez Fajardo, a las puertas del Hotel Macarena, junto a nuestra hermana Matilde Aparicio.

Luismi y servidor, con nuestra hermana Mati, en su domicilio particular. Obsérvese la fotografía de la Virgen de la Esperanza que decoraba la estancia familiar

Sólo los macarenos sabemos quien era Mati. D.ª Matilde Aparicio Rubio era una persona profundamente buena, cariñosa, amable en el trato, a la que tuve la suerte de conocer por ser la esposa de un recordado macareno, D. Francisco Rabanera Martínez, a quien le debo mi mucha formación en materia litúrgica, pues no en vano el se preocupó en formar desde la liturgia al cuerpo de acólitos de la Hermandad de la Macarena, quizás el mejor cuerpo de acólitos de todas las Hermandades sevillanas.

De la mano de su querido esposo, me vinculé a la Sacramental de San Gil, donde salí muchos años de acólitos en sus cultos, "empurando" a muchos amigos míos para que me acompañaran en esta cruzada.

Fallecido Paco Rabanera, como era conocido por todos nosotros, dejamos de ver a Mati por la hermandad, pese a ostentar el cargo de camarera de la Virgen de la Esperanza, y por ende por los cultos de la Sacramental. Y, paradojas del destino, fui a encontrármela de nuevo un viernes del Vía-Crucis del Señor de la Sentencia, gracias al excelente proyecto que es los Veteranos Macarenos, que espléndidamente coordinan José Luis Vega y Manuel Arrebola en la sección de los costaleros del Señor.

Ese viernes fuimos a su casa para recogerla y trasladarla a la Basílica y que asistiese a la misa preparatoria y al posterior Vía-Crucis con el Señor de la Sentencia. Y pese a sus negativas iniciales a salir de casa, -ya entonces su enfermedad le empezaba a causar estragos-, la buena labia de mi amigo Luismi Fajardo consiguió convencerla, llevando a buen puerto nuestro objetivo, pese a que ya nos habían advertido de lo complicado de la empresa asignada.

Tal vez fuese una de las últimas veces que Mati pisase la Basílica y los cultos de su querida hermandad, pues tanto la quería, que como ella nos confesaba, no le importaba desprenderse durante largas jornadas de la compañía de su marido, pues sabía que estaba con la Virgen.

Durante el camino de vuelta a su casa no cesó de preguntarnos por la labor que hacían los costaleros, de alabar las formas de pasear los pasos de nuestra Hermandad, y de ensalzar el proyecto de Veteranos Macarenos, bautizándonos a Luismi y a mí como "angelotes macarenos". Y aunque aquella noche fría de Cuaresma, poco pudimos disfrutar de la presencia de nuestro Cristo de la Sentencia, nuestros corazones salieron reforzados con aquella vivencia.

Hoy, con el recuerdo perpetuo de nuestra amiga Mati, traigo a este blog las fotografías que aquel día nos hicimos con ella, que paradojas del destino se han convertido en un documento de indudable valor sentimental. Descanse en paz. Amén.

(Fotografías archivo Rafa Ríos)

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