lunes, 14 de noviembre de 2011

ETERNAMENTE SERÁS MI CAPATAZ








¿Cómo se puede sentir tanto agradecimiento y no saber como explicarlo? ¿Cómo se puede sentir tanta amargura sin saber llegar a entender el porqué? ¿Cómo se puede añorar lo no vivido o sentirte parte de un colectivo cuando aún no has llegado a formar parte él?

Todas estas preguntas tienen su respuesta en las muchas sensaciones que viví el pasado sábado en el homenaje que los Costaleros Macarenos del Señor de la Sentencia tributaron al capitán de su barco en estos últimos treinta y tres años, D. Miguel Loreto Bejarano. Muchos lectores y seguidores de este blog, que me conocen de sobra, podrían espetarme, sin que les falte razón, ¿y qué hacías tú en ese homenaje, si no eres costalero de la Macarena?

Razón llevarían en sus palabras, pero si estuve es porque los organizadores del acto, -gracias Fito, gracias Arrebola, gracias Pedro, gracias Fali-, tuvieron a bien contar con los aguaores del paso, por considerarnos parte de la cuadrilla. Y es que, como rezaba en el jarrillo que nos entregaron a todos los asistentes, no somos "ni mejores, ni peores... distintos". Nadie que no haya pertenecido a esta cuadrilla lo entendería, pero yo sí.

Lo entiendo porque, desde que supe que quería ser costalero, no haya dejado de soñar un solo día con pasear a mi Cristo de la Sentencia. Porque no hay un solo día que no vaya a rezarle a la Basílica en que no se lo pida, o porque así se lo transmito cada noche en mis rezos desde la cama. Solo algunos sabrán, quizás mis más cercanos, que cada año es también lo primero que escribo en mi carta a los Reyes Magos, pues en mi casa no hemos dejado que la realidad tronque jamás la ilusión inocente de un niño en ese mágico día.

Hoy tengo 34 años y desde que con 11 años soñé con ser costalero, soñé con que la voz rasgada que comandaba el misterio de mi Hermandad fuese el que me igualase bajo mi Cristo de la Sentencia, sueño que hasta hoy no se ha cumplido. Y sin embargo, lejos de que mis palabras broten desde el rencor o el resentimiento, solo tengo palabras de agradecimiento hacia tí, Miguel. Porque tú serás por siempre mi capataz, el capataz para el que deseé ser su costalero. "Cortito de técnica pero sobrao de corazón", como tú mismo te definías, pero, por encima de todo, macareno hasta las trancas y del Sentencia hasta la médula.

Como comentábamos tu sobrino Rafael y yo durante el acto, lo grande de todo esto es ver añejas fotos de pipiolos llenos de granos que entraban a formar parte de la cuadrilla hace treinta años, los mismos que ahora se acercan a saludarte, y darte un beso y un abrazo, con sus hijos de la mano.

Y es que durante tres generaciones, los macarenos no hemos conocido más capataz del Sentencia que tu persona, hasta el punto de ser hoy el que más tiempo ha tocado un martillo de corrido en la centenaria historia de nuestra Hermandad.

Tal vez porque tienes un corazón noble, que no te cabe en el pecho, esa sea la causa de que tanta gente te quiera. Y aunque ni son todos los que estuvieron, ni estuvieron todos los que lo fueron, ten por seguro que tú serás por siempre para mí, mi Capataz.

Gracias Miguel, por treinta y tres años al servicio del Señor de la Sentencia.

(Foto by Manuel Cabra Tomás, Fran Narbona y Antonio Márquez)

4 comentarios: