Dice mi amigo Fernando González, que el mes de noviembre es un mes tela de "rancio", siendo sin ninguna duda el menos querido por él de todos los que conforman el calendario anual, con la excepción de los días es que su querida Virgen de la Amargura baja de su altar para recibir los besos de sus fieles y devotos.
Mes de frío y lluvias, de huesos de santos y caldito del puchero en la mesa de camilla, de recuerdos y tristezas, de últimas procesiones de gloria, de añoranzas de los seres queridos.
Y estando preparando unos textos sobre el Cementerio de Sevilla, para un programa de radio en el que suelo colaborar, ha caído en mis manos esta fotografía que ven de un antiguo coche fúnebre, con sus caballos enlutados, su cochero en el pescante y su finado en el interior, cubierto de flores, que nos remiten a tiempos pasados donde el boato de un entierro se medía por detalles como este que les traigo. Ha sido ver la instantánea y recordar "ipso facto" el genial chiste del irrepetible humorista Paco Gandía sobre el entierro del tío Serafín.
Un buena excusa para poner buena cara ante un hecho luctuoso que suele estar rodeado de tristeza.
(Foto by Archivo Ayuntamiento de Sevilla; vide by principecristiano)
A mal tiempo buena cara. A mí en particular no es un mes que me guste mucho, lo primero, porque me acuerdo más aún de los ausentes, y luego por el color del cielo... gris-oscuro, y a las 6 de la tarde de noche, pero bueno... hay que sonreir y verlo lo más bonito posible. Me ha gustado tu entrada amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
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