Dicen que el que es cofrade lleva hasta el final de sus días tal condición. Muchos deciden ser amortajados con la túnica de la Hermandad a la que pertenecieron y que tantos años fue el hábito con el se revistió para formar parte de las largas filas de anónimos penitentes o nazarenos.
Otros, como comprobamos muchas veces desde el programa de Veteranos Macarenos, se emocionan con solo pisar el templo o la capilla donde reciben culto las imágenes de su devoción o recordando "batallas" y anécdotas de otros tiempos, cuando una cofradía con dos pasos se sacaba con solo 160 nazarenos, por citar un ejemplo muy cercano.
Quizás por todo esto, tenga tanto valor la lápida que encontré en el Cementerio de Sevilla, donde este cofrade llevó, hasta sus últimas consecuencias, su devoción al Señor de las Tres Caídas de Triana. Quizás fuese su última voluntad, o tal vez un pequeño gesto de sus familiares hacia él, pero que duda cabe que incluso en el camposanto sevillano se respira ambiente cofrade. Quizás por estas cosas los sevillanos seamos distintos, para nosotros nuestro Cristo y nuestra Virgen son un complemento más de la familia y no sabríamos vivir nuestra Fe sin su compañía.
(Foto by Julio Domínguez Arjona)
Eso si que es amor por su cofradia , vamos ja,ja,ja,
ResponderEliminarUns saludito Rafael.