Era ridículo, absurdo, obsoleto e históricamente mentira. Siempre no habían salido de nazareno los hombres. Esto respondía a una extraña interpretación, con su correspondiente decreto, realizado por el Cardenal Illundían en los años 20 ó 30 de la pasada centuria, por recomendación del sacerdote sevillano -extraño personaje éste- José Sebastián y Bandarán.
Ya nos inculcan a los estudiantes de historia que un espacio temporal inferior a setenta y cinco años (lo que serían tres generaciones vitales) no se tiene en consideración, pues son muchos los cambios que entre tanto pueden producirse.
Hay muchos documentos y estudios al respecto que nos demuestran tal falacia. Quizás, por su interés, debemos recurrir al maravilloso estudio que el profesor Isidoro Moreno Navarro hizo sobre la historia de "La Antigua Hermandad de los Negros de Sevilla" donde demostró la existencia de mujeres cofrades.
Sea como fuere, desde los años ochenta se fueron dando diversos movimientos aperturistas para reintegrar a las mujeres su pleno derecho a realizar la estación de penitencia acompañando a su corporación. Hermandades de corte serio, como la Vera-Cruz y los Javieres fueron las primeras en abrir la veda, a la que pronto siguieron otras como la Hiniesta, la Candelaria o San Esteban.
Fundamental en el normal desarrollo de estos acontecimientos resultó la promulgación de las Nuevas Normas Diocesanas de 1997, promulgadas por el entonces Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo. El decreto dictado hoy por el actual Arzobispo, Juan José Asenjo Pelegrina, viene a terminar definitivamente con este anacronismo y sin sentido alguno. Desde el próximo mes de marzo, las tres hermandades "díscolas" de Sevilla, Quinta Angustia, Santo Entierro y Silencio deberán incorporar nazarenas a sus tramos, así como el Santo Entierro y la Vera-Cruz de Dos Hermanas.
(Fotos by Arzobispado de Sevilla)
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