Mosaico de los tres Reyes Magos (s. VI); iglesia de San Apolinar Nouvo, Rávena (Italia)
Muchos de los datos que aceptamos como verdaderos sobre determinados pasajes de la vida de Jesús no son del todo cierto y los relativos a su nacimiento y a la adoración de los reyes no le van a la zaga.
De los evangelios canónigos, solo el de San Mateo hace referencia a este pasaje en los siguientes términos: "Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén unos magos (...) Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarle". "(...) la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta que, llegada encima del lugar en que estaba el Niño, se detuvo. Al ver a la estrella sintieron mucho gozo y entrados en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus alforjas, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra".
Nada al respecto dicen el resto de los evangelios canónicos. Esta falta de información es la que motivará, sobre todo en el medievo, a la aparición de determinados falsos evangelios y otra serie de libros que, con más buena voluntad que acierto, intenten rellenar los datos inexistentes en los evangelios canónicos sobre la infancia y adolescencia de Jesús. Toda esta literatura, agrupada bajo el epígrafe de "escritos apócrifos" tendrán gran importancia en siglos pasados, convirtiéndose en frecuente fuente de información para artistas, literatos e incluso la propia Iglesia que terminó asumiendo algunos de sus postulados. De entre todos ellos los más importantes son la "Leyenda Dorada", "El evangelio de Pseudo Tomás" y la "Historia de José el carpintero".
Es de estos libros de donde tomamos datos como los nombres de los "magos", que no reyes, hoy mundialmente aceptados (Melchor, Gaspar y Baltasar), su reducción al número de tres, cuando se barajan que pudiesen ser hasta cuatro (Artabán sería el nombre de aquel cuarto rey que cargado de piedras preciosas no pudo llegar al encuentro de Jesús), siete o incluso doce, en recuerdo de las doce tribus de Israel o su adscripción a los tres continentes entonces conocidos, Europa, Asia y África. En esta coyuntura, digno es de resaltar que la primera representación plástica conocida sobre este tema es el mosaico de los tres reyes magos de la iglesia de San Apolinar Nouvo de Rávena (Italia), fechado en el s. VI, donde son recogidos los referidos nombres.
Así en el denominado "Excerpta Latina Barbari", texto apócrifo del s. V, se les nombra como "Bithisarea, Melichior y Gathaspa", mientras que en el "Evangelio apócrifo de la Infancia", texto igualmente apócrifo del s. V, se les cita como "Balthazar, Melkon (Melchior) y Gaspard".
Ya sabemos también que la principal interpretación que se da a los dones ofrecidos a Jesús eran el oro, como símbolo de que reinaría sobre todo el orbe, incienso, como símbolo de que sería adorado, y mirra, como símbolo o presagio de su sufrimiento vital y su muerte.
Y es aquí donde yo, libremente, hago mi interpretación apócrifa personal sobre los dones recibidos por Jesús por parte de unos magos. Y puestos a aventurar, diremos que los magos eran en realidad tres cofrades: el uno batihoja, encargado de batir las finas láminas de oro que recubrirían las canastillas y los retablos donde adorar a nuestro Señor; el otro antiguo acólito turiferario, especialista en preparar los mejores inciensos, -ya incienso Catedral, ya incienso Silencio, ya incienso Montserrat-, con el que adorar a Cristo; y el último, un humilde costalero, -ya hermano, ya profesional, ya asalariado-, que entregaba al Mesías lo más humilde y humano de todo su ser, el esfuerzo de su trabajo, en forma de costal y faja, porque ¡qué más mirra que las fatigas bajo las trabajaderas!.
Y es que puestos a soñar, ¿por qué no pude ser así el pasaje de la Epifanía en clave andaluza?
(Foto by Rafa Ríos y Wikipedia)
Mágnifico Rafa tanto por lo didáctico como por lo aventurado de tu conclusión, por cierto yo en la calle parras doy tela de mirraaaaaaaaa ¡¡¡¡¡¡¡¡ jajaja
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