martes, 25 de enero de 2011

EL BEATO QUE FUMABA

Ahí lo tienen ustedes, departiendo un cigarrillo en animosa charla tras una recepción vaticana, a un futuro santo de la Iglesia Católica Apostólica y más romana que nunca.

Nacido en 1881, en vida civil como Ángelo Giuseppe Roncalli, sería nombrado cardenal en 1953 por el Papa Pío XII, siendo escogido Sumo Pontífice por la gracia divina del Espíritu Santo un 28 de octubre de 1958, contando ya con casi 77 años. Y un pontificado que se pensaba sería de transición, por la avanzada edad del Pontífice, se convirtió en uno de los más importantes de la historia reciente de la Iglesia, con una gran renovación que hizo temblar los pilares de la Iglesia, como fue la convocatoria del Concilio Vaticano II.

Tal sería su importancia para la Iglesia, que en el año 2000 fue beatificado por S.S. Juan Pablo II (por cierto, próximo beato también de la Iglesia Católica). En Roma se siguen refiriendo a él como "Il Papa Buono" ("El Papa Bueno").

No he fumado nunca; es más me parece una chorrada y una gasto inútil y superfluo. Pero contra lo que si estoy en contra es de las imposiciones. Y no es de recibo "la caza al fumador" en que ha convertido este gobierno la nueva Ley Anti-tabaco. Qué me digan qué puedo comer, qué puedo beber, cómo debo educar a mis hijos o qué pensar me suena a dictadura, de derecha y de izquierda, que de las dos hay y las ha habido.

Por eso es tan sencilla y significativa esta fotografía. Porque una persona de santidad, que ya va camino de los altares, fumaba. Y es que fumar es una distracción como otra cualquiera, sin que tengamos que demonizar por ello a los que lo hacen. Con educación, respeto y cordura todos podemos convivir.

En mis treinta y tres años de existencia solo habré tenido 3 ó 4 percances con fumadores que no se caracterizaban por ser, precisamente, educados. Claro que alguno no estaba fumando "sólo" tabaco...

Ahora recordando el famoso cuplé de Sarita Montiel "fumando espero/ al hombre que yo quiero" parece que esta letra tiene más sentido. O al menos para el Beato Juan XXIII si que la tenía, pues fumaba muy tranquilo, durante muchos años, porque al hombre al que él quería, a Cristo, hacía muchos años que lo había abrazado en su corazón. Propongo, pues, que el Beato Juan XXIII sea nombrado Patrón de todos los fumadores.

-A todos mis amigos fumadores por la caza de brujas a la que están siendo sometidos por este ¿Gobierno democrático?-

(Foto gentileza del amigo Alfonso González Palau)

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