sábado, 9 de octubre de 2010

COPIANDO.....


Cuentan que cierto imaginero reputado expulsó de su taller a uno de sus aprendices por haberle robado un contrato de una imagen que aquel iba a realizar. Y que pasado los años aquel aprendiz, convertido ya en maestro, actuó de igual modo con uno de sus discípulos, sufriendo en sus propias carnes la fea acción cometida por él en el pasado.

Es tal el respeto que me produce la escultura, y muy concretamente el campo de la imaginería, que cada vez entiendo menos las cosas que pasan en este bello campo. Desde que descubrí dicho modo de expresión artística son muchos los talleres que he visitado y los escultores que he conocido. De cada uno de ellos he intentado aprender algo. La dinámica de trabajo, el respeto al maestro, la formación tradicional en talleres, que ni la abolición de los gremios han conseguido que desaparezca, aportando una valiosa formación que muchas veces no se obtiene ni en las Escuelas ni en las Facultades, etc. Cuando en mis años de juventud soñaba con estudiar Bellas Artes frecuenté con asiduidad dos talleres donde me preparé para el examen de ingreso en dicha titulación. Y ya entonces veía cosas raras que en la actualidad se han generalizado.

Estoy cansado de ver como muchos que dicen ser imagineros pululan por este mundo y por el aquel (el ficticio, ya saben, Internet) ofreciendo su obra a precios sin competencia (porque es imposible pedir menos emolumentos) y "fusilando" o "copiando" este o aquel estilo, este o aquel imaginero en función de los gustos o intereses del cliente. Que usted quiere una imagen de Buiza, de Buiza se la hacen. Que la quiere estilo "mesino", no se preocupé que tendrá hasta la espinita atravesando la ceja, dejando nada a la invención o el propio estilo personal de cada uno y por el que debería ser juzgada su obra. Práctica habitual incluso en imagineros de los denominados "mediáticos", así llamados por tener siempre a favor de su querencia a los medios de comunicación, ya sean portales o periodistas que dicen ser especialistas en la materia.

Hace unos años, el ínclito sacerdote Fernández Estévez, cuando era presidente de la Comisión Diocesana de Patrimonio realizó unas polémicas declaraciones que a la postre se han convertido en una verdad lapidaria. En ellas venía a decir que hay algunos que modelan unas cabecitas dignas de ponerlas en lo alto de un televisor y enseguida las exponen en una escaparate, encargando, ufanos, una tarjeta con su nombre. Hoy comprobamos que dicha afirmación supera con creces la realidad, pues solo hay que darse una vueltecita por la tienda ubicada en el Pasaje de los Azahares para comprobar cuan cierta era dicha afirmación.

Es normal que las primeras obras de un nuevo imaginero presenten una clara influencia de la obra de su maestro, hasta ir virando, con el paso de los años, al estilo propio y personal por el que será conocida su obra. Esto ha pasado siempre y pasará mientras la imaginería siga en boga. Es fácil encontrar obras de Jerónimo Hernández donde podemos apreciar la influencia de Juan Bautista Vázquez "el Viejo" o de Roque Balduque. Y obras de Mesa en las que se nota la influencia de Martínez Montañés.

Aquellos escultores que son buenos maestros, -y que no desean amasar en su casa a una legión de sacadores de punto, rascadores de estuco y terminadores de obra si el tiempo apremia-, suelen animar a que sus discípulos se emancipen, montando taller propio. Y lo hacen por el propio bien del novel escultor, para evitar que se vicie copiando por completo el estilo del maestro. El buen maestro, casi como un segundo padre, ahí quedará para resolver dudas y dar oportunos consejos a su postulado, siendo conveniente que el nuevo escultor inicie su nueva andadura profesional lo más alejada de éste, buscando esa consignada renovación.

Conociendo por tanto los modos y tejemanejes de este mundillo, aún me sorprenden acciones como estas que les muestro. Una, es la cabeza de un futuro Cautivo que está realizando Jaime Babío; la otra, la cabeza de un futuro Cautivo que Mario Zambrana, discípulo de Babío, está realizando para Málaga. Los parecidos son evidentes, siendo indiscutiblemente de mayor calidad la primera. Por copiar, su discípulo ha copiado hasta la tipología de la grafía de la firma. Pero, en su ignorancia, hasta ha instalado su estudio en el mismo corralón. Actitudes como ésta en nada benefician ni al maestro, ni al discípulo.

Al maestro porque el ignorante o poco ducho en esta materia podría llegar a pensar que le ha robado la idea a su postulado, nada más lejos de la realidad. Y al postulado porque los sí avezados en este materia pueden llegar a pensar que su capacidad artística no le da más que para ser un mero copiador del estilo del maestro. Y ya sabemos lo que pasa con los artistas que copian estilos, que con el paso de los años caen en el olvido.

Por eso, a los que amamos la escultura, y en concreto la imaginería, con la frustración de no haber podido cumplir con aquel sueño de juventud, deseamos limpiar de mediocridad y medianías este bonito campo, esperando que con los años triunfe la calidad artística por encima de todo, librándolo de tantas copias que en nada benefician.

(Fotos by Jaime Babío&Mario Zamabrano)

1 comentario:

  1. Me acabo de acordar de la historia que nos contó Manuél Lara tomando cerveza después de la igualá de San Isidoro, ¿te acuerdas?, que poca verguenza pueden llegar a tener algunas personas...

    ResponderEliminar