jueves, 22 de octubre de 2009

OCTUBRE, MES DEL ROSARIO


Es octubre el mes del rosario por excelencia. Cuando pequeño en mi calendario infantil venía marcado porque era el mes en que salía mi Virgen del Rosario Macareno, el mes en que se juraban las reglas, "así lo creo, lo juro, lo confieso......", y porque era uno de los pocos meses del año que uno ya sabía de antemano que ropa le pondrían en casa: la chaqueta azul cruzada y el pantalón gris que, pese a pudiésemos parecer niños de San Ildefonso, nos traía recuerdos de Domingos de Ramos pasados.

Es octubre también el mes del Rosario porque hasta nueve procesiones letíficas de dicha advocación recorren las calles de la ciudad, mientras otras tantas celebran solemnes cultos. Pero inexorablemente este mes estaba unido a uno de los besamanos más mágicos de mis primeros recuerdos, el de la Virgen del Rosario de Mon-ten-sión, como le gustaba decir a un macareno viejo de la calle Feria que conocí al poco de nacer.

La Virgen del Rosario de Montesión es para mí, algo más que una ilustre vecina. Uno es de sus hermandades y de aquellas que se va encontrando por la vida, aunque no necesariamente alla que pertenecer a ellas. Con Montesión me pasa eso. Rosario se llamaba mi vecina, mi otra abuela. Jamás fue mi abuela, ni yo su nieto, pero nos tratamos desde mi infancia, cuando con dos años llegué a vivir a la que hoy es mi casa. Son recuerdos de una pequeña silla roja de enea en la que yo me subía para asomarme al balcón y verla, mientras ella desde abajo me saludaba y sonreía.

Con los años, Mari Carmen, su hija, apareció en mi vida cuando más necesitado estaba y me ayudó a salir de aquel bache, que se había convertido en muro insalvable. Somos, en ocasiones, tan necios que nuestra propia obcecación nos hace desechar la ayuda paterna para aceptar la externa.

Y pude por doña Rosario conocer a Raquel, su nieta; nuestra relación ha sido como un permanente río Guadiana, nos hemos ido encontrando y escondiendo en diferentes etapas de nuestra vida, para aparecer cuando a uno le hacía falta el apoyo del otro, pero que sin embargo ha consolidado con los años una amistad inquebrantable. No necesitamos vernos todos los días, pero siempre estamos ahí.................

Cuando mi abuela Gracia, mi madrina, subió la cielo -seguro estoy de ello-, doña Rosario vino a rellenar ese vacío que la falta de mi abuela ocasionó en mi vida. Con ella aprendí a afrontar una dolorosa enfermedad con una sonrisa; de su bondad infinita, de su cariño a raudales siempre me quedará su recuerdo. Cuando pequeño, al ver el Jueves Santo a la Virgen del Rosario en su paso de palio, pensaba en doña Rosario como si fuese la Virgen quien le hubiese copiado el nombre.

¿Es octubre el mes del Rosario o de doña Rosario? ¡Qué más da........! en la solemne serenidad de la Virgen del Rosario está contenida toda la humanidad de doña Rosario. Años después su recuerdo sigue aún muy presente. Y siempre por octubre, queda un momento para el recuerdo. Para recordar a doña Rosario con la Virgen del Rosario.

1 comentario:

  1. Solo puedo decir ¡¡¡¡ VIVA LA VIRGEN DEL ROSARIO!!!!
    Por cierto precioso recordatorio.

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