lunes, 26 de noviembre de 2012

EL NIÑO DEL ¡AY!



Así es como mi padre se refiere a mi hermano Pepo. Y no porque el chiquillo se queje mucho, sino por los constantes sustos médicos que nos ha dado desde pequeño. Problemas respiratorios siendo un crío, la operación de los ojos, el lápiz que se clavó, las paperas que un Martes Santo lo dejaron sin salir de nazareno o los problemas de riñón hicieron que mis padres estuvieran siempre con el corazón encogido. Y aún así ha sido un niño que ha crecido feliz y sano, pese a los sustos puntuales que nos ha dado.

El último peldaños que juntos hemos escalado ha sido el tumor del que ha tenido que operarse, con su correspondiente tratamiento de quimio. Pero lejos de que estas palabras puedan parecer que las escribo desde el dolor es todo lo contrario, sino de suma alegría.

Y es que el protagonista de todas estas pequeñas desdichas, que con el paso del tiempo quedan reducidas a simples anécdotas en el transitar de toda una vida, cumple hoy 34 años. Y quiero celebrarlo con la vida de manera alborozada, feliz, gritándolo al mundo, porque hoy mi hermano Pepo, sigue a mi lado.

Con el cariño que nos tenemos, con lo que el amor nos ha unido para superar este último escollo que nos hemos encontrado en nuestro común transitar, tengo muy claro que seremos capaces al alcanzar juntos todo aquello que nos propongamos.

Pepo, hermano de mi alma, te quiero mucho, creo que ya lo sabes, aunque no está mal que en ocasiones te lo repitan o te lo demuestren. Feliz día de tu cumpleaños, que podamos celebrarlo juntos otra piara de años. Y que lo que la vida me depare, que sea para recorrerla de tu mano.

Un beso, Rafa.

(Foto by Álvaro Pastor Torres)

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