lunes, 2 de abril de 2012

EL AÑO QUE LOS NIÑOS PROCESIONARON TRAS HERODES


Tal como ocurriese en el año 2000, año en que yo procesioné bajo las bodegas del paso de la Borriquita en un Domingo de Ramos de ensueño que siempre recordaré, ayer volvía a obrarse el milagro de ver el discurrir nocturno del misterio de la Entrada en Jerusalén.

Los niños de la Borriquita volvían a demostrarle a Herodes Antipas, el Tetrarca de Perea y Galilea por concesión de Roma, cuan efímero era su poder terrenal. El que se burlaba de Jesús, revistiéndole con una blanca túnica de locura, veía contestada tal afrenta por cerca de 1.000 niños que tomando dicho color por hábito y portando palmas, ramas de olivo y cirios ratificaban su amor a Cristo.

Si su padre, Herodes I "El Grande", organizaba una cruenta matanza de inocentes en Jerusalén, al sentirse amenazado en su poltrona ante el augurio del advenimiento y nacimiento del futuro "Rey de los Judíos", estos niños de la blanca inocencia de la Borriquita confirman que la premonición de los Magos era cierta, y que el Cristo vino a anunciar la "buena nueva" montado sobre los lomos de un borriquillo. Cada Domingo de Ramos en el Salvador vuelve a repetirse aquel pasaje evangélico que dice: "Dejad que los niños se acerquen a mí".

-Al amigo José M.ª Carmona Márquez que me dio la idea y el título de esta entrada-

(Foto by ABC de Sevilla)

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